La escritora Eugenia García disimula muy bien su condición de porteña. En Fantasmas voraces, su tercera novela escrita, y primera publicada, relata detalles de la vida de un pueblo del interior como si lo hubiese vivido en primera persona. Toda la novela transcurre en localidades ubicadas en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Los personajes y sus historias se mueven entre Saldungaray, Villa Ventana, Pigüe, Tornquist, Bahía Blanca y parajes como San Eloy, entre otros. Ahora, atravesando la segunda temporada pandémica, en un café palermitano al aire libre y bajo el calor de una estufa, Eugenia García abre el juego y cuenta.
Es tu tercera novela escrita y la primera publicada, ¿cómo es eso?
Los escritores escribimos, y esto no significa que publiquemos. Ese es otro camino mucho más largo y más arduo. Depende de muchas cosas: desde el ánimo del escritor para exponerse hasta la situación del mercado editorial.
¿Qué te inspiró o cómo surgió la idea de esta novela policial?
Las novelas que he escrito (tres terminadas, la cuarta en proceso) han germinado desde una escena que se me planta la cabeza, y que luego va tejiéndose con otras ideas e imágenes que surgen en mi mente de a poco, como si fueran fotogramas. Cuando tengo las imágenes conectadas y la trama elaborada, me urge escribirla, porque sino me estalla la cabeza. Así fueron los procesos de creación de las novelas, al menos hasta el momento.
La trama tiene mucho del mundillo político local, corrupción, farándula, operaciones de prensa. ¿Te inspiraste en algún caso puntual?
Todo lo que aparece escrito en las novelas alguna vez lo viví, lo soñé, le pasó a algún conocido, me lo contaron, lo leí en algún libro o diario, o lo vi en un film. Yo solo separo todas esas experiencias, las divido en partecitas, las mezclo y las vuelvo a organizar de manera tal que me sirvan para contar lo que quiero decir. La creación consiste en reorganizarlos de forma más o menos original. Nada de lo escrito es igual a la fuente original (por eso escribo ficción), ni nada es totalmente diferente (por eso la creación humana no surge de la nada).
Mientras uno va leyendo el libro se debate en una dualidad continua, entre la simpatía y el rechazo con el personaje principal, ¿cómo logras esto?
Es un lugar común afirmar que todos somos un poco buenos y un poco malos, pero no por ser un lugar común deja de ser cierto. Por otra parte, todos tenemos algo que ocultar, y este es el punto de empatía entre el lector y Arsenio Lestrade, el protagonista. Y, sobre todo, a mí me interesa contar la ambigüedad. En la certeza todos estamos cómodos y por eso no es tan interesante. Es en la contradicción, en las sombras, en lo liminar, donde se revela lo auténticamente humano, donde está la gloria y la tragedia de la vida.
¿Por qué elegiste Saldungaray como epicentro de tu novela?
Porque transmite esa sensación de tiempo suspendido, de dimensión alternativa, donde el pasado no es definitivamente pasado, sino que está ahí, entremezclado con el presente. O, al menos, a mí me produjo esa sensación. Y cuando el pasado no termina de pasar del todo, se vuelve fantasmal y es inevitable que nos aceche un poco. El pasado que no termina de cerrarse nos interpela, alguna respuesta tenemos que darle. De ahí el título.
La novela tiene guiños localistas muy lindos, el tema de las comidas caseras, el calor del hogar, el bar del pueblo, la plaza, los personajes típicos. Siendo porteña, ¿de dónde tomaste toda esa información?
Durante más de 20 años viajé con frecuencia a Coronel Suárez y pasé temporadas allá. Mis estadías eran casi estudios sociológicos. Observaba todo. Estudié antropología y, como dice el refrán: “la formación deforma”, así que supongo que siempre tuve una mirada un poco etnográfica.
¿Cuánto tiempo te llevo escribir Fantasmas voraces?
Escribo las primeras versiones de mis novelas en un poco más de un mes, o dos, que son muy intensos, en los que prácticamente no hago otra cosa. Casi no como, no duermo, casi que ni respiro. Porque es una catarsis muy fuerte.
¿Cómo es el proceso hasta su publicación?
Como alguna vez dijo el profesor Kartum en una clase de dramaturgia a la que asistí: escribir es corregir. El proceso angustiante y tedioso es la corrección de esa primeva versión, que lleva meses, incluso años. Y ese proceso lo hice acompañada de Elsa Osorio, con quien durante un tiempo hice clínica de novela. Siempre le voy a estar muy agradecida por todo lo que me enseñó y acompañó.
Elsa Osorio es una de las escritoras más importantes de Argentina y una referente de nuestra literatura en Europa. ¿Cómo fue tratar con ella?, ¿cómo llegaste a ella?
Llegué a Elsa a través de conocidos en común. Yo no venía de Letras y mi única formación como escritora consistía en la participación intermitente en algunos talleres y haber sido una lectora entusiasta. Elsa Osorio fue súper generosa conmigo y el trabajo que hicimos fue intenso y enriquecedor.
¿Por qué Fantasmas Voraces fue publicado en Sevilla por el sello Caligrama del Grupo Editorial Penguin Random House y no en Argentina?
Esa fue la posibilidad que se abrió en 2019, justo antes de la pandemia. Estoy intentando re publicar Fantasmas voraces en Argentina para que la distribución local sea más fluida. Veremos si se abren nuevas posibilidades hacia fin de año.
Además del e-book, ¿es posible comprarlo en formato papel en Argentina?
Sí es posible, la venta en ejemplar físico está por ahora en Dain Usina Cultural, una librería en Palermo Viejo, y también en algunas librerías del interior; en la ciudad de Campana, en la Librería Byblos. Y también en La Tienda, en Azul. Ambas en Provincia de Buenos Aires.
Y después de Fantasmas voraces…. ¿ya tenes alguna otra idea en mente?
Sí!!!, estoy viendo de publicar otra novela que escribí hace tiempo, Los Aprendices.