El costo de la canasta básica total de una familia tipo se encareció 2,4%, por lo que pisó el freno y anotó su menor alza desde agosto de 2020, pero con un valor de 64.445 pesos casi duplica al salario promedio de los trabajadores argentinos.
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El Indec publicó este jueves el valor de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que subió 2,8% en mayo y se ubicó en los 27.423 pesos para una familia tipo de una pareja con una hija de ocho años y un hijo de seis. En el último año, el encarecimiento fue del 53,4%.
Mientras, el valor de la Canasta Básica Tota (CBT) -que suma bienes y servicios no alimentarios- escaló 2,4% y alcanzó los 64.445 pesos para ese mismo grupo familiar de cuatro integrantes. En los últimos doce meses, el incremento fue del 49,6%.
Solo para comer, en mayo se necesitaron 4.743 pesos más que al iniciar el año. Y contemplando el pago de servicios –aún con tarifas congeladas en el 80% del período analizado- hicieron falta 10.238 pesos más.
En ambas canastas hubo desaceleración de precios y la menor suba en nueve meses. La CBT, que traza la línea de la pobreza, había subido 5% en marzo y 3,4% en abril. Y la CBA, que marca el umbral de la indigencia, había escalado 4,5% en marzo y 3,9% en abril.
La desaceleración estuvo en línea con la inflación general que fue de 3,3% en mayo a nivel nacional. Pero muestra un enfriamiento menor en alimentos, en comparación con lo ocurrido con bienes y servicios.
Incluso, si se observa lo ocurrido en el último año, la suba de la canasta de alimentos fue 4,6 puntos porcentuales superior al 48,8% de inflación general y estuvo 20,8 puntos porcentuales por encima del avance de precios regulados, los cuales se movieron 32,6%.
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Un golpe más fuerte para los pobres
Esta situación golpea fundamentalmente a los pobres, dado que de acuerdo con la estructura de consumo de las familias relevada en la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo), son los que más recursos destinan porcentualmente a comer.
Entre los hogares que menos ingresos tienen se destina hasta el 45,2% del dinero disponible para comprar alimentos, cuando la clase media destina el 36% y los de mayor poder adquisitivo, el 26,6%.
Con los valores que se registraron en mayo, la canasta que asegura sólo la alimentación estuvo un 12,4% por encima el salario mínimo, vital y móvil (SMVM), que fue fijado en 24.408 pesos para mayo (y sube a 25.572 en junio). Y la canasta básica total lo superó en nada menos que un 164%.
El mismo nivel de dramatismo se observa al analizar otros datos relacionados a los ingresos de las familias que se ven plasmados en el informe de Distribución del Ingreso en base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del cuarto trimestre de 2020.
En la población ocupada (que contempla todo tipo de trabajador, formal e informal), el ingreso promedio rondaba los 33.217 pesos mensuales. Y si se observa sólo la población asalariada, el ingreso promedio era 36.246 pesos.
Por las paritarias y la mayor actividad económica, estos ingresos fueron mejorando nominalmente entre enero y mayo, pero todos por debajo de la inflación, por lo que la situación lejos de mejorar, para las familias tendió a empeorar.
¿Entonces por qué sólo el 31,6% de los hogares del país (con el 42% de las personas) están por debajo de la línea de la pobreza? Esto responde a que el ingreso promedio per cápita del total de la población se ubica en torno a los 19.524 pesos, por recursos no registrados y por la asistencia social que despliega el Estado nacional. Eso arroja un ingreso medio de los hogares que se ubica en torno a los 61.000 pesos.