El físico y teólogo Isaac Newton escribió tres siglos atrás la tercera ley de la dinámica: el principio de acción y reacción. Y lo ocurrido en la Asamblea Legislativa de este lunes fue un ejemplo de aquello. ¿Novedades sobre la política económica? Ninguna.
Alberto Fernández reaccionó con virulencia al despotrique opositor por las consecuencias económicas del confinamiento, a las bolsas mortuorias en Casa Rosada, al reproche por la vacunación de amigos del poder y por la escasez de vacunas.
Fernández anunció leyes, pidió otras, destacó la asistencia estatal récord a personas y empresas en 2020 y defendió lo actuado en materia sanitaria sobre un sistema de salud que venía en estado calamitoso desde hace décadas.
En clave coyuntural, fue el lanzamiento de la campaña electoral del Frente de Todos, 48 horas después de que lo hiciera Juntos por el Cambio con una marcha que no alcanzó la masividad pretendida pero sí una elevada repercusión por las imágenes que dejó en Plaza de Mayo.
En clave económica, Fernández confirmó que apelará a una receta conocida del kirchnerismo en años electorales: tarifas sin sobresaltos; salarios apenas por encima de la inflación; algún alivio en Ganancias y el monotributo; e impulso a la obra pública.
Pechazo para resurgir
Patricia Bullrich, jefa del PRO; los radicales Mario Negri y Alfredo Cornejo; y el carrioísta Maximiliano Ferraro; además liberales ortodoxos, habían salido a las calles el sábado tras fogonear la protesta en los días previos. Macri no marchó pero apoyó por redes sociales.
Allegados al Presidente le confiaron a este diario que Fernández montó en cólera al ver los nombres de Estela de Carlotto y Martín Guzmán en la representación de los muertos que manifestantes hicieron en las rejas perimetrales de la Casa Rosada.
En su peor momento político por el “vacunatorio vip”, Fernández encontró allí la chispa que necesitaba para encender la contraofensiva y salir del pozo. Así, terminó de escribir en la noche del domingo en Olivos el discurso tras meses de cocinarlo a fuego lento.
La falta de una condena por parte de Juntos por el Cambio a ese simbolismo temerario empujó a Fernández a hilvanar un discurso de ruptura, con consecuencias institucionales de alcances impredecibles, por el tono irreconciliable y los agravios gritados por opositores en el recinto.
La querella criminal contra Macri, Dujovne, Sturzenegger y Caputo por la “fuga” del crédito del FMI busca un efecto político y judicial que será difícil lograr. Ahí anda la causa dólar futuro iniciada por Negri y Federico Pinedo, por la que está por ir a juicio Cristina Kirchner.
En ambos casos, el delito que se acusa es el de administración fraudulenta. Las pericias dirán que los gobiernos y organismos cumplieron con los pasos administrativos y marcarán que se desarrollaron decisiones de política económica que no son condenables.
Lo único que quedará entonces será una dirigencia política desenfocada, atenta más a la descomposición de la fuerza contraria para la captura y permanencia en el poder que a resolver dramas sociales.
¿Y la economía?
El Gobierno no tiene resultados económicos ni proyecciones que permitan dar vuelta las expectativas. Por eso Fernández contrastó con los resultados obtenidos por el macrismo, que en algunos casos fueron peores o similares a los producidos por la pandemia y la cuarentena.
La inflación cayó 18 puntos en 2020 como dijo el Presidente, pero no por efecto de incentivos macroeconómicos, de confianza o de estabilidad sino por la imposición de cepos al dólar, a los precios de productos y tarifas, en la mayor recesión en casi dos décadas.
Desde, los indicadores arrojarán mejoras notables porque el piso de comparación será el más bajo en años. Fernández buscará sacarle el jugo mientras embate contra la oposición. Es la receta usada por Cristina para su reelección en 2011. Pero también es la misma de 2015.
En materia económica el discurso del Presidente estuvo cargado de buenas intenciones, de objetivos nobles como revertir la pobreza y crear empleos. Lo que Fernández no precisó una vez más es cómo piensa conseguirlo en los menos de tres años que le quedan de mandato.
El jefe de Estado puso al Consejo Económico y Social como eje gravitacional de su administración hacia adelante. Llamó a generar acuerdos para que se recupere el salario, se estabilicen los precios y se desarrolle la economía.
Pero Ni Fernández ni ningún otro dirigente de la Argentina explica cuánto éxito se puede obtener o esperar con la política económica ante un impactante nivel de confrontación política y de discordia en torno a lo que hay que hacer. Así arrancó otro año político exasperante.
Por la corresponsalía de Buenos Aires.