"Si hacia fin de 2018, había algún atisbo de que el poder adquisitivo de los salarios había encontrado un piso, la aceleración inflacionaria de los últimos meses echó por tierra cualquier anhelo en esa línea", planteó un reciente informe de la Universidad Nacional de Moreno.
En su "Análisis de Coyuntura Económica Nacional e Internacional", la casa de estudios advierte que los sorpresivos saltos de los precios en los primeros meses del año provocaron que en febrero "el poder adquisitivo de los asalariados formales fue 11,5% inferior al de febrero de 2018, el peor registro en nueve años".
Según el informe, la situación tenderá a agravarse porque "los primeros registros de 2019 indican que la aspiración del gobierno de cerrar el año con una suba (de precios) por debajo del 30% luce complicada".
Los datos oficiales del Indec indicaron que el salto inflacionario de enero y de febrero fue de 2,9 y 3,8%, respectivamente. El número fue superior incluso al proyectado por los analistas privados.
De esta manera, para que se cumplan las proyecciones de la Casa Rosada, la inflación debería registrar hasta diciembre una evolución, en promedio, del 1,86% mensual. Al respecto, el informe recuerda que "el registro medio mensual de los últimos tres años es de 2,6%" y que "después del dato de precios mayoristas de febrero, las expectativas de inflación ya superan el 40%".
Sobre el fin de la crisis económica, los analistas de la Universidad de Moreno consideraron que "la recesión actual será la más prolongada de este siglo y las probabilidades de rebote podrían venir sólo de la mano del subsector cereales y oleaginosas (no de todo el sector agropecuario), actividad cuya generación de empleo es baja".
"La política monetaria y cambiaria puesta en práctica a partir de la llegada del tercer presidente del BCRA en tres años -Guido Sandleris- afectó fuertemente la economía real dejando por el camino miles de trabajadores despedidos y cientos de empresas de todo sector y tamaño (pymes, grandes nacionales o transnacionales) que han cerrado o están al borde del precipicio", describieron.
Y hasta opinaron que "llama la atención como se barajan hipótesis de rebote de la economía argentina, cuando la totalidad de los indicadores referidos a la actividad macroeconómica real acusan recibo de una recesión acentuada".
Sin embargo, reconocieron que "es cierto que, desde el punto de vista de los escenarios, aún muy improbables, pueden imaginarse las condiciones para una desaceleración y posterior rebote de la economía; y para ello, no hacen falta modelos sofisticados sino buen sentido económico".
"Ese buen sentido indica que, si la economía dejará de caer y en algún momento rebotará, será de la mano de los componentes de la demanda agregada que motorizan el desempeño de la producción de bienes y servicios. Esos componentes son el consumo privado, el público, la inversión y las exportaciones. Por eso, cuando se toma cuenta de la dinámica de estas variables, sorprende el optimismo de ciertos analistas que parecieran creer que la economía crece por ósmosis", insistieron.