El papa Francisco aceptó este sábado la renuncia del cardenal Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago de Chile, y nombró a un sustituto temporal para gobernar la arquidiócesis más importante del país trasandino después de que Ezzati se viera involucrado en varios escándalos de abuso sexual y encubrimiento en la nación.
Durante una conferencia ante los medios en Santiago, Ezzati afirmó el sábado que está seguro de que la justicia determinará su inocencia y que se va "con la frente muy en alto".
"Toda denuncia ha sido enfrentada y por consiguiente habrá que esperar lo que la justicia diga de eso. No basta que a uno le digan que es encubridor. Hay que probarlo", afirmó.
Sin duda alguna el escándalo de abusos sexuales "ha sido el dolor más grande de este tiempo", agregó el cardenal y uno de los mayores jerarcas de la Iglesia chilena.
El papa nombró el sábado al actual obispo de Copiapó, monseñor Celestino Aós Braco, un fraile capuchino nacido en España, como reemplazo temporal de Ezzati. Aós Braco será administrador apostólico, a la espera de encontrar a otra persona que pueda cubrir esa vacante.
En un comunicado en el que solicitó oraciones por su nuevo trabajo, Aós reconoció las dificultades que le esperan, señalando la "luz y las tinieblas, los éxitos y las deficiencias, las heridas y los pecados" de la Iglesia de Santiago. Sin embargo, Aós también se enfrenta a acusaciones de encubrimiento después de que un exseminarista lo acusara de ayudar a demorar su caso hace años.
Ezzati, de 77 años, presentó su dimisión hace dos años, cuando alcanzó la edad de jubilación obligatoria de 75 años, pero Francisco lo mantuvo en su cargo. El prelado, sin embargo, se volvió el foco de la ira de las víctimas de abuso por haber manejado mal varios casos.
Justo el viernes un tribunal de apelaciones en Chile permitió a los fiscales continuar investigando a Ezzati por un supuesto encubrimiento, rechazando su solicitud de que se desestime el caso y sea retirado de la investigación, informaron los medios de comunicación chilenos.
Ezzati ha negado haber encubierto algún caso, pero ha reconocido el dolor de las víctimas y se ha comprometido a promover la transparencia.
El propio Francisco fue alcanzado por el escándalo después de desacreditar inicialmente a las víctimas durante su viaje a Chile en 2018, lo que desató una crisis de confianza en la jerarquía chilena y en su propio liderazgo.
Después de darse cuenta de su error, el papa convocó en mayo al Vaticano a todos los más de 30 obispos activos de Chile y les pidió sus renuncias. Hasta la fecha ha aceptado ocho de ellas.
Las víctimas chilenas de abusos han acusado desde hace mucho tiempo a Ezzati y a su predecesor en Santiago, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, de proteger a los sacerdotes depredadores y desacreditar a las víctimas.
El escándalo de Chile estalló por primera vez en 2010, cuando las víctimas acusaron públicamente a uno de los predicadores más prominentes del país, el sacerdote Fernando Karadima, de abusar de ellos durante años. Errázuriz inicialmente suspendió una investigación, pero luego el Vaticano finalmente condenó a Karadima en un tribunal eclesiástico.