Cientos de personas presenciaron en la mañana del jueves la ejecución de dos hombres en la ciudad portuaria yemení de Aden. Chicos y grandes se juntaron para ver y celebrar el cumplimiento de la condena que pesaba sobre Wadah Refat y Mohamed Jaled.
Los dos jóvenes de 28 y 31 años fueron condenados a pena capital hace unos meses por raptar, violar y asesinar en mayo de 2018 a Mohamed Saad, de 12 años.
Ese día, la víctima jugaba en el distrito de Al Basatin, en la urbe del sur de Yemen, cuando Refat y Jaled lo metieron en la casa de uno de ellos y lo violaron. "Tras la violación, no pudieron acallar los gritos del niño que suplicaba ayuda. Uno de ellos agarró un cuchillo y le rajó el cuello", detalla el veredicto de tribunal, según informa diario El Mundo.
En el juicio, también fue condenada a muerte una mujer de 33 años por ayudar a descuartizar el cuerpo. Su ejecución pública fue aplazada por su embarazo, y se llevará a cabo cuando termine el periodo de lactancia.
Esposados sobre una manta de rayas, Wadah y Mohamed perecieron bajo las ráfagas de un pelotón de fusilamiento. El código penal contempla como alternativas la lapidación, el cadalso y la decapitación.
En medio de la guerra civil, las ejecuciones públicas unen a los bandos opuestos. "He presenciado alguna ejecución y la gente la disfruta. Grita 'justicia, justicia'", relató a El Mundo el periodista yemení Ahmad al Gohbary.
La penúltima ejecución multitudinaria había ocurrido en enero en Abb, a unos 200 kilómetros al sur de Saná. El ajusticiamiento fue celebrado en un estadio colmado, fue grabado con un drone y luego distribuido por la televisión.