Roberto Urquía demoró cinco días en expresar públicamente su apoyo a las retenciones móviles desde que habían sido anunciadas por el ministro de Economía Martín Lousteau, el 11 de marzo de 2008. Salió tarde y mal.
La resolución 125 otorgaba un "horizonte de previsibilidad al sector" agropecuario, dijo el 16 de marzo de aquel año el entonces senador por Córdoba, que integraba el bloque Frente para la Victoria-PJ, que a su vez comandaba Miguel Pichetto y respondía directamente a Cristina Kirchner.
Cuatro meses después fue uno 8 senadores kirchneristas (eran 41) que votó en contra de la medida impositiva. La votación terminó empatada en 36, tras lo cual el vicepresidente Julio Cobos se pronunció por el rechazo con su célebre voto no positivo.
El conflicto entre el Gobierno y el campo se convirtió en el karma de la vida del apodado Rey del Aceite.
Urquía, peronista desde siempre, ya era entonces uno los empresarios más ricos del campo y, además, presidía nada menos que la comisión de Presupuesto de la Cámara Alta.
Propietario de Aceitera General Deheza (AGD) y de un emporio que incluye al tren de carga Nuevo Central Argentino (NCA), por el cual es investigado ahora en la Justicia, terminó sucumbiendo ante la presión de los ruralistas y de su propia familia: a los días de haber anunciado su apoyo a la resolución 125 se decidió por el rechazo.
Semanas antes de la votación del Senado, Urquía había renunciado a la presidencia de la comisión de Presupuesto del Senado. "No aguanto más, es una barbaridad lo que están haciendo con el campo", le oyeron decir en los pasillos del Congreso, mientras el país se encontraba dividido entre su respaldo al Gobierno kirchnerista y el campo, que combatía la suba de las retenciones a las exportaciones con cortes de tránsito en las rutas.
En su carta de renuncia a Pichetto, sostuvo: "Me debo a los intereses de mi provincia y a la posición tomada por el gobernador Juan Schiaretti y las instrucciones dadas por la Legislatura".
Su serpenteo le valió críticas de la Mesa de Enlace (Eduardo Buzzi lo fustigó en un acto) como del kirchnerismo duro ("Creíamos que Urquía era un burgués nacional y terminó siendo un chanta", lanzó Luis D'Elía).
Los dos restantes años de su mandato como senador fueron de absoluto perfil bajo. Había llegado en 2003, encabezando la lista de Unión por Córdoba, por su excelente relación con José Manuel de la Sota, de quien se alejó después, seducido por Néstor Kirchner.
En 2007, ya abrazando la causa K, fue elegido por la propia Cristina para encabezar la lista de candidatos a diputado por Córdoba del Frente para la Victoria. La lista salió tercera en la provincia, después de la UCR y de la Coalición Cívica-ARI. Urquía igualmente ganó la banca, pero no asumió y continuó como senador. Su zigzagueo por la 125 le costó la carrera: nunca más volvió a ocupar un cargo público.
En 1980 el contador Urquía asumió como presidente del Club Atlético Acción Juvenil Tiro y Gimnasia y tres años después empezó su paso por la administración pública como concejal de General Deheza, ciudad de la que posteriormente fue intendente durante tres períodos consecutivos, entre 1987 y 1999, tras lo cual fue legislador provincial hasta 2003.
En mayo de 2015, con Cristina en sus últimos meses de Presidencia, le concedió una entrevista al diario La Voz del Interior en la que objetaba las regulaciones que "asfixiaban" al productor, sugería una rebaja gradual de las retenciones y pedía buscar más mercados externos para harina y aceites.