De acuerdo a lo que se reveló en un libro de entrevistas publicado el último sábado en Italia, el Papa Francisco está "preocupado" por el número de sacerdotes y religiosos homosexuales, estimando que la Iglesia católica podría verse invadida por la "moda" de la homosexualidad. Esta última parte de la afirmación causó enojo y disconformidad en la comunidad LGTB+.
"La homosexualidad es un asunto muy serio que debe ser discernido adecuadamente por los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa", declaró el pontífice argentino en el libro titulado La fuerza de una vocación que será publicado en diez idiomas.
"En nuestras sociedades, incluso parece que la homosexualidad está de moda y esta mentalidad, en cierto modo, también afecta la vida de la Iglesia", agregó. "Es algo que me preocupa".
Tras su elección en 2013, el Papa Francisco adoptó un tono más acogedor con los homosexuales, lanzando su ahora famosa frase "¿Quién soy yo para juzgar?" y recibiendo a parejas homosexuales. Pero su postura sobre la homosexualidad sigue siendo la de la Iglesia.
Un documento oficial de 2005 prohíbe el acceso al sacerdocio a cualquier hombre con tendencias homosexuales, aunque muchos obispos optan por hacer la vista gorda, especialmente debido a la drástica caída de las vocaciones en gran parte del mundo occidental.
En el libro de entrevistas, Francisco pide a los responsables de los seminarios y noviciados que mantengan los ojos abiertos e incluso detecten candidatos que podrían desarrollar "más tarde" estas "tendencias".
"En la vida consagrada y el sacerdocio, no hay lugar para este tipo de afecto, por eso la Iglesia recomienda que las personas con este tipo de tendencia profundamente arraigada no deben ser aceptadas en el ministerio o la vida religiosa", explicó el pontífice argentino.
Los homosexuales que ya son sacerdotes o religiosos "deben ser alentados a vivir plenamente el celibato, y sobre todo a ser totalmente responsables, sin buscar crear escándalos en su comunidad o entre los fieles que viven una doble vida", agrega el Papa. "Es mejor que renuncien al sacerdocio o la vida consagrada que vivir una vida doble", insistió.
Este verano, el Vaticano se vio gravemente afectado por la renuncia del cardenal Theodore McCarrick, ex arzobispo de Washington, de 88 años, acusado de agresión sexual contra un adolescente ocurrida en la década de 1970.
El Papa ordenó una investigación exhaustiva de los archivos de la Santa Sede para comprender cómo este hombre que regularmente invitaba a los seminaristas y jóvenes sacerdotes a su cama había podido hacer una carrera tan prestigiosa.