"Hasta el último minuto y de todas las formas posibles", les definió ayer el presidente Mauricio Macri a sus asesores sobre cómo intentará que hoy el G20 emita un comunicado con puntos de acuerdo sobre temas sensibles.
El jefe de Estado y anfitrión se siente obligado a que la cumbre termine de forma exitosa y busca evitar que las disputas comerciales entre los Estados Unidos y China hagan naufragar un hecho político histórico para la Argentina.
Macri, admitieron sus asesores a Vía País, entiende que se está ante la posibilidad de bajar las tensiones internacionales, tanto por la importancia para la geopolítica global como para la Argentina, un país que necesita más que nunca que el mundo le compre y le invierta.
Por ello fue que, al abrir una hermética sesión plenaria, el Presidente instó a los líderes que administran el 85% del Producto Bruto global que se pongan de acuerdo para a actuar “con el mismo sentido de urgencia” que en el año 2008, cuando se produjo la crisis financiera.
"Si bien la agenda que hoy nos convoca es distinta, quiero pedirles que actuemos con el mismo sentido de urgencia que en el 2008", enfatizó el Presidente de la Argentina, país al que este año las tensiones financieras golpearon como a ningún otro en el planeta.
Ya en 2017 en Hamburgo, Alemania, el documento final del G20 no logró salir por consenso –como es el objetivo– y el resultado se observó sólo meses más tarde: las diferencias comerciales entre las dos principales potencias, Estados Unidos y China, se profundizaron y ahora amenazan con impactar en los precios de los commodities.
A pocos metros en un búnker hermético y vigilado como ningún otro punto del planeta, con atención escucharon a Macri 17 presidentes y primeros ministros -con la excepción de Ángela Merkel que llegó tarde- y 18 representantes de organismos internacionales.
Infraestructura para el desarrollo, buscando disminuir la desigualdad entre países y fomentando la inversión; el futuro del trabajo; y el desarrollo de un sistema alimentario sostenible, son los temas que había propuesto la Argentina para el debate.
Si bien ayer cada país dio su opinión sobre esa agenda, lo más productivo para el G20 surgirá de los diálogos subterráneos entres los líderes y de las bilaterales que ocurran hasta mañana a la noche, con la cumbre final entre Donald Trump y Xi Jinping.
"Se está trabajando en el comunicado, como anfitriones del G-20 buscamos lograr los consensos disponibles en este momento", respondió el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, cuando fue indagado por la prensa. Es que la sensación hasta anoche era que en la Argentina se puede repetir la historia de Hamburgo.
El funcionario abrió un paraguas al precisar que la Argentina es un país pequeño de sur que es anfitrión del G-20, y como tal coordina el evento pero no impone su posición. Así, reconoció que las posiciones de las principales potencias están muy alejadas, principalmente, en torno al modelo comercial que debe desarrollar el planeta.
Macri, contento por el desarrollo de la cumbre pero inquieto por el resultado final que se conocerá hoy, levantó el tono: "Aquí los líderes nos vemos cara a cara, hablamos con franqueza y ratificamos coincidencias a la misma vez que administramos desacuerdos. Y yo espero que en este trabajo de día y medio logremos crear las bases para los consensos de los próximos diez años", insistió.
Lo que mantiene las esperanzas de Macri es que ningún mandatario dio ayer un portazo. Y aseguran que esto responder al "enorme trabajo" desarrollado por los ministros de finanzas del G20 y los sherpas (cancilleres y diplomáticos) durante el año.