El juez Claudio Bonadío y el fiscal Carlos Stornelli lanzaron este fin de semana un plan para recuperar el dinero negro de la corrupción kirchnerista y reinsertarlo en el Estado. Buscan congelar los dólares que están en el exterior y secuestrar los que -sospechan- están escondidos en el país.
La cacería se desató después de la declaración del financista de los Kirchner, Ernesto Clarens, que reveló algunos detalles del dinero. Por ahora los investigadores saben que una parte fue expatriada por Clarens, otra parte está oculta en el sur y una gran parte se repartió a ministros y colaboradores de la cadena de corrupción.
En su declaración, Clarens detalló los mecanismos de fuga de capitales usados por el kirchnerismo, mediante cuentas offshore y transferencias al exterior.
Un cálculo rápido permitía pensar que, en los registrado en los cuadernos de Centeno, se movió una suma total de más de 200 millones de dólares. Sin embargo esa suma quedó corta a la luz de las revelaciones de los empresarios. Gabriel Romero, por ejemplo, habló de haber pagado unos 500.000 dólares al año para Ricardo Jaime desde el inicio de la gestión, informó La Nación.