Un joven estadounidense de 16 años tomó un fusil semiautómatico de su casa y abrió fuego contra sus familiares, reunidos poco antes de la medianoche de Año Nuevo, asesinando a sus padres, su hermana mayor y una anciana que vivía con ellos.
El hecho ocurrió en Long Branch, una ciudad costera de 30 mil habitantes en Nueva Jersey, Estados Unidos, cuando el adolescente mató a su padre Steven Kologi, de 44 años, a su madre Linda, de 42, y a su hermana Brittany, de 18, así como también a Maria Schultz, una mujer de 70 años con la que compartía la vivienda familiar.
Lograron salvarse del tiroteo el abuelo y un hermano del joven atacante, quienes pudieron darse a la fuga durante la masacre.
La policía intervino tras recibir una llamada de los vecinos que habían escuchado una serie de disparos de arma de fuego en el interior de la vivienda.
El joven se entregó sin oponer resistencia, aunque todavía se ignoran sus motivaciones para llevar a cabo la matanza. Ahora los interrogatorios policiales intentarán echar luz sobre lo que desencadenó tanta violencia.
Los cargos contra el joven serán por cuatro homicidios y posesión de armas para uso ilegal y, este martes, comparecerá en una primera audiencia ante un tribunal.
"Es un terrible, trágico incidente", comentó Christ Gramiccioni, fiscal del Condado de Monmouth, que habló de un hecho doméstico aislado. Hoy por hoy ni siquiera las casas parecen un refugio seguro en Estados Unidos. Si bien las masacres masivas que se vuelven noticia ocurren en lugares públicos como iglesias, escuelas, cines, salas de conciertos y clubes nocturnos, los hechos más frecuentes son los que se dan detrás de los muros de un hogar con cuatro o más personas muertas, excluído el agresor.
Desde 2015 hasta noviembre de 2017 en Estados Unidos hubo 46 tiroteos masivos, entendidos como incidentes en los que cuatro o más personas perdieron la vida, sin contar al atacante.