Al menos un millón de personas llenaron este domingo Barcelona de banderas españolas, catalanas y europeas en una manifestación contra la independencia de Cataluña, en el último episodio de la peor crisis política en España en 40 años. La cifra fue divulgada por la organización Societat Civil Catalana, una entidad civil contraria a la secesión que había convocado la protesta.
La manifestación concluyó con un discurso del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien aseguró que "la democracia española está aquí para quedarse, y ninguna conjura independentista la destruirá". El escritor hispano-peruano destacó que la participación "superó de largo las espectativas" y leyó un manifiesto en el que denunció los estragos del nacionalismo en Cataluña.
"Nosaltres també som catalans" ("nosotros también somos catalanes"), podía leerse en una de las pancartas de la movilización.
Bajo el lema "íBasta, recuperemos la sensatez!", la marcha reunió a unos catalanes opuestos a la independencia que no suelen expresarse abiertamente, en contraste con las colosales manifestaciones independentistas de los últimos años.
"Luego diréis, que somos cinco o seis", "no somos fachas", o "Puigdemont, a prisión" fueron algunos de los lemas escuchados en la protesta, que saludaba las banderas españolas colgadas en los balcones y abucheaba las independentistas. "La pasión puede ser destructiva y feroz cuando la mueven el fanatismo y el racismo. La peor de todas, la que ha causado más estragos en la historia, es la pasión nacionalista", aseguró Vargas Llosa, en el escenario instalado frente a la Estación de Francia, donde concluyó la marcha.
Tras considerar que ha ganado la consulta prohibida y marcada por violentas cargas de la policía española, el presidente catalán, Carles Puigdemont, amenaza con declarar unilateralmente la independencia de la región que representa el 16% de la población y el 19% del PIB de España, y cuyos 7,5 millones de habitantes se encuentran profundamente divididos sobre la secesión, según encuestas.
En el otro lado, el gobierno de Mariano Rajoy se niega a dialogar mientras los independentistas no hayan retirado la amenaza de la secesión.