Opinión: Argentina, a la sombra de lo irrelevante

De Pizarrón. Por Pablo Gallardo. (De La Razón)

Opinión: Argentina, a la sombra de lo irrelevante
Lionel Messi y Paulo Dybala\u002E Foto: AP\u002E

Cuando la mano viene torcida, sólo quedan dos caminos posibles. Uno, buscar excusas y detenerse en cuestiones irrelevantes. O, del otro lado de la bifurcación, volver a las fuentes y enfocarse en lo verdaderamente importante. ¿Pero qué es lo fundamental para la Selección? La sede, un nombre más o un nombre menos en la lista y las razones por las que allá se cansan de hacer goles, rodeados por un ambiente totalmente diferente, no deberían ser los ejes de la discusión. De todo eso vienen hablando la gente, el periodismo y los dirigentes, desde la igualdad contra Venezuela en el Monumental. Sin embargo, del fútbol como juego y de los factores psicológicos que conlleva, poco y nada. Y todo porque Argentina sufre abstinencia del grito sagrado: 16 tantos en 16 partidos, la estadística que refleja la magra producción a lo largo de las Eliminatorias. Ayer se conoció la nómina de convocados y en unos pocos días los jugadores estarán a disposición nuevamente. ¿Qué sendero resultará elegido de aquí en más? Jorge Sampaoli tiene la pelota...

La elección del estadio es un asunto recurrente y estéril que, casualmente (con toda la carga de ironía posible), sale a la luz cada vez que Argentina se encuentra inmersa en una crisis. Independientemente de eso, creer que jugar en una u otra cancha puede influir en el resultado es realmente inverosímil. El equipo nacional ha ganado durante esta edición de la clasificación en cuatro escenarios: Córdoba, Mendoza, San Juan y Buenos Aires (River). Y también ha perdido en distintas localidades. Probablemente, la caída más recordada sea contra Brasil en Rosario, donde Diego Maradona también supuso que por jugar en el Gigante de Arroyito la historia sería diferente. Y si de La Boca se trata, el historial de la Selección es positivo, pero jugando allí se quedó afuera por cuarta y última vez de un Mundial, justamente por un 2-2 contra Perú, que truncó el pasaje a México 1970. Además, el público que va a  ver a la Selección no es el mismo que hizo famosa a la cancha de Brandsen 805, por lo que tampoco corre eso de que “la Bombonera no tiembla, late”.

La lista de futbolistas sí es relevante. Lo que sucede es que, ante cada resultado negativo, el clamor popular indica que hay que cambiar a la mitad de los citados, que falta un apellido salvador (en su momento lo fue Tevez) o que Riquelme debe volver a ponerse los cortos... En definitiva, una mala costumbre. Sin ir más lejos, varios nombres mutaron con la llegada de Sampaoli. El problema es que en los primeros dos partidos no pudieron plasmar un cambio dentro del campo de juego. En la citación que se oficializará hoy, a lo sumo se agregará algún zaguero que no estuvo hace diez días en Ezeiza (Garay, Mammana o Musacchio) y tal vez se produzca el regreso de Higuaín. Lo cierto es que no variará demasiado y no sería sano que sucediera. Mejor que el DT apuntale a los que ya eligió.

Con respecto a por qué allá sí y acá no, el debate es muy relativo. Si bien sorprende que todos conviertan en sus equipos (el Pipa, Agüero, Messi, Icardi, Correa y hasta Benedetto), el análisis debería ser integral, ya que las circunstancias, las presiones y los compañeros son muy distintos. Por citar el caso más emblemático, los detractores de la Pulga repiten sin cesar: ¿por qué no hace todos esos goles con la Selección? Circunscribiéndose solamente a motivos futbolísticos, porque Suárez le devuelve una pared, porque Alba pasa hasta el fondo por el lateral distrayendo marcas, porque Iniesta se la da redonda más cerca del área rival... Porque tiene un sinfín de posibilidades más que gambetear a cinco o seis tipos y hacer la jugada de su vida, como sucede cuando viste la albiceleste.

En consecuencia, será más conveniente dejar de filosofar sobre causas y soluciones incomprobables y abocarse a la pelota. Porque para ganarle a Perú, habrá que jugar bien. Y también, habrá que estar fuerte de la cabeza. Es que además de fútbol se precisará que, antes y durante, la actitud derrote al miedo. Habrá que pedirla, pensar, buscar, insistir... Todo bajo un manto inquebrantable de amor propio. Porque Argentina puede perder. Lo que no se puede permitir en esta instancia es no haber dejado todo.