Si las elecciones presidenciales en Estados Unidos terminara en un empate en la cantidad de delegados electorales, el Congreso tendría a su cargo la resolución de la situación, que sería excepcional y que sólo tiene dos antecedentes en más de dos siglos de historia.
Cabe recordar que, Estados Unidos vota de manera indirecta, ya que los electores nominan en cada uno de los 50 estados que conforman la Unión delegados que luego, en el Colegio Electoral, llevarán el mandato que le dieron las urnas.
El Colegio Electoral en Estados Unidos está conformado por 538 miembros (la suma de 435 diputados, 100 senadores y tres delegados de Washington DC) que se distribuyen entre los estados de acuerdo con la población de cada uno de ellos, de manera que quien obtenga 270 delegados se asegurará el triunfo.
La cantidad de votos electorales que recibe cada estado es igual al número de senadores y representantes que tiene en el Congreso. Por lo que, el candidato con más votos en un estado es el que se adjudica todos los electores, por lo que, en la práctica, ganar el voto popular no siempre conduce a la victoria.
Como la cantidad de delegados varía en cada Estado, en una de las tantísimas combinaciones matemáticas podría ocurrir que el número obtenido por cada partido, Republicano y Demócrata, sea el mismo. Es decir, habría empate en la cifra de electores.
Para ese caso, la Enmienda 12 de la Constitución de Estados Unidos establece que la decisión de elegir presidente pasa al Congreso, ya que cada delegación estatal en la Cámara tiene un voto. El Senado sería el órgano encargado de elegir al vicepresidente, en este caso Mike Pence o Kamala Harris.