En la mañana de este lunes trascendió que dos de los rugbiers detenidos por el crimen de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell recibieron asistencia psiquiátrica, tras un pedido realizado por la defensa ya que dijeron sentirse afectados por las condiciones de alojamiento, que les impiden tener salidas al patio o realizar actividades físicas.
Se trata de Lucas Pertossi y Ayrton Viollaz, imputados como coauotres del crimen de Fernando, quien justo este lunes habría cumplido 19 años, fueron asistidos profesionalmente por un médico psiquiatra del Servicio Penitenciario Bonaerense, en la Unidad Penitenciaria 6 de Dolores.
El pedido de asistencia había sido formulado el viernes de la semana pasada por el abogado defensor de los imputados, Hugo Tomei, ante el juez de Garantías de Dolores, David Mancinelli, quien giró la solicitud a las autoridades del penal en el que están detenidos los ocho rugbiers.
A partir del resultado de la entrevista con Pertossi y Viollaz, el médico psiquiatra, que viajó expresamente desde Mar del Plata para asistir a los detenidos, deberá informar la situación de ambos jóvenes al magistrado.
Fuentes del Servicio Penitenciario Bonaerense aseguraron que el penal de Dolores cuenta con un equipo de psicólogos para atender la necesidad de cualquier detenido, pero cuando se solicita una asistencia psiquiátrica, habitualmente viaja un médico que tiene como sede la cárcel de Batán, en Mar del Plata.
Según los investigadores, la intención de los dos detenidos era hablar de las condiciones de alojamiento, ya que por el lugar en el cual están encerrados no pueden acceder al patio del penal ni realizar actividades físicas o culturales, y solo tienen una hora por día para poder comunicarse por teléfono con sus familiares y una radio para saber lo que ocurre afuera.
Es que por cuestiones de seguridad, tanto ellos como Máximo Thomsen (20), Ciro Pertossi (19), Blas Cinalli (18), Enzo Comelli (20), Luciano Pertossi (18) y Matías Benicelli (20), están alojados en una celda del sector de la Alcaidía del penal, alejados del resto de la población carcelaria para evitar que puedan sufrir algún tipo de agresión por parte de otros presos.