Mar Llop (31) y Cristina Almirall (24 años) viven en Barcelona y son feministas. Reflexionando en torno a las imposiciones que recaen sobre los cuerpos de las mujeres, llegaron a una pregunta: ¿por qué los vellos femeninos en la cara están tan mal vistos? Pronto, la pregunta se convirtió en decisión: ya no se afeitarían más.
Crearon un movimiento, "Som Barbàrie" (que funciona como un juego de palabras), el cual tuvo ya sus dos primeras reuniones. Ocurrieron entre enero y febrero de este año, con la presencia de aproximadamente 15 mujeres. Estas precursoras aseguran que, a partir de entonces, las contactaron de Argentina y otras ciudades españolas. "Hay más de las que pensamos", afirma Mar.
Cristina relata que tiene pelos en el cuello desde la adolescencia y que su familia la obligaba a cortarlos. Claro que, al poco tiempo, volvían a aparecer y a ella la invadía la angustia. Se afeitó, utilizó cera y hasta probó con láser, pero el resultado no variaba. Dejó de intentar cambiarse a sí misma, cuando cayó en la cuenta de que lo hacía por otras personas.
La historia de Mar no es muy distinta: naturalmente poblada de pelos en la cara, solía cubrirse con pañuelos y bufandas, hasta que se hartó. Optó por amar su cuerpo "tal y como era". "Se acabó, ya no me afeito más y a ver qué pasa", concluyó. La frase se convirtió en una suerte de lema de la organización.
Ambas jóvenes luchan, en ocasiones, con la inseguridad y la incomprensión del próximo. Pero consideran que explicar pacientemente y hacer visible su causa, las ayuda a estar mejor y a desmontar prejuicios propios y ajenos.
En cuanto a sus relaciones amorosas, Mar alega que no es algo que la haya afectado mucho: "También es verdad que sólo me relaciono con mujeres y ahí encuentro más empatía", agrega. Es en el mundo empresarial donde todavía es difícil mantener su postura, aunque no imposible. "En el trabajo se extrañaban al principio, pero una vez lo hablas es diferente", entiende Mar.