Hace cuatro meses, en una ciudad 50 kilómetros de Lisboa (Portugal), Rodrigo vino al mundo. El parto no fue fácil: el pequeño tenía graves malformaciones en la cara y en el cerebro, que el obstetra Artur Carvalho había sido incapaz de detectar en las ecografías. Por este motivo, el profesional fue suspendido y tiene cinco procesos en su contra.
Pese a las dificultades, la familia no se dio por vencida. El amor de sus padres Marlene y David lo acompañan cada día. Y Tânia Contente, la madrina del bebé, suele transmitir el estado de su ahijado a las millones de personas que lo apoyan.
Rodrigo carece de ojos y nariz y también es sordo, por lo que requiere una supervisión constante. Además, las anomalías en su boca convierten a la alimetación en un verdadero desafío.
Desde hace tres meses, el bebito se encuentra en su casa, aunque un equipo de cuidados paliativos pediátricos del Hospital San Bernardo de Setúbal (donde nació) lo visita constantemente. El hospital está bajo la lupa, tras la mala praxis de Carvalho.
Aunque los médicos sostienen que tiene pocas probabilidades de vivir mucho más, los avances que ha tenido hasta el momento son verdaderamente sorprendentes. Sus papás confirmaron que incluso comenzó a balbucear y emitir sonidos (algo que nadie creía posible).