Donald Trump no sólo derrotó a Hillary Clinton, sino también a las encuestas a las que calificó de "falsas" en varias ocasiones, incluida la víspera cuando se pretendía instalar que Hillary iba adelante en el escrutinio anticipado.
Al igual que viene sucediendo en muchos países, los encuestadores fueron los grandes perdedores en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ya que todos apuntaron a un triunfo de Clinton por sobre Trump.
El gran golpe de los republicanos tuvo como epicentro a los estados de Michigan, Pensilvania y Wisconsin, donde se apuntaba a una victoria demócrata, mientras Hillary sólo podía "robar" Nevada a los sondeos favorables a su adversario y romper la igualdad en New Hampshire.
El resultado en trece estados clave fue notablemente distinto al que se registró en las últimas elecciones presidenciales de 2012, en las que la candidatura demócrata, por aquel entonces liderada por Barack Obama, fue la más votada en Florida, Iowa, Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin; todos ellos son ahora parte importante del triunfo de Donald Trump, el nuevo presidente del país.