El miedo a que nos tapen los desechos, la conciencia de cuidar la isla para vivir y no solo sobrevivir, para que los mares no se contaminen más y, sobre todo, para incentivar la economía circular. Los motivos que llevaron a la diseñadora fueguina Carla Andrea Escalera a paliar el creciente avance de la basura, eso que se descarta sin pensar su fin.
Nació en Río Grande y preocupada por los efectos no deseados de la producción industrial, decidió convertirlos en ropa, ¿Cómo? Con creatividad y método, su propuesta de diseño se levanta como pancarta que denuncia y se ofrece como alternativa saludable. Hoy, -miércoles 14 de agosto- a las 18, se estrena por primera vez en pasarela.
Carla empezó a temprana edad, cuando observó un panorama preocupante que condicionó sus principios de diseño. Sus prendas atemporales que recuperan textiles descartados, buscan visibilizar el problema y aportar soluciones en el marco de una economía circular. La colección primavera verano 2020, que presentará esta tarde en la pasarela Autores de Moda BA, rinde homenaje a Misiones, la tierra natal de su madre. Al vínculo con la naturaleza, la diseñadora suma otro de sus intereses: los oficios y el trabajo manual.
-¿Cómo nació ese interés?
La Ley de Promoción Industrial del año 1972, creada para promover el desarrollo económico del área, fue cambiando el paisaje. Los desechos que genera la actividad productiva se van quedando en la Isla. El concepto de mi primera colección nació de querer visibilizar el problema. Más adelante me propuse - además de comunicar -ser parte de la solución. Siempre estuve en contacto con la industria textil de Río Grande, provengo de una familia en la que circulan diversos oficios, incluyendo el de la costura. Los descartes textiles estaban disponibles, busqué darle una segunda oportunidad a ese material. Sé que no voy a poder resolverlo en su totalidad por una cuestión de escala, pero al día de hoy sigo trabajando de esta manera.
El material que utiliza principalemente es percal de algodón proveniente de las fábricas de sábanas. "Con los recortes más pequeños hago las etiquetas y el packaging. Siempre que puedo, uno módulos para adaptarlos a mi moldería que es amplia y no muy compleja. Al reducir las curvas, se aprovecha mejor el material". Detalló Carla.
Además expresó "creo que además de la intención de reciclar, este modo de trabajo responde a una cuestión económica propia de nuestra época. Podemos hablar de moda sostenible, pero también es cierto que hoy no tenemos los recursos para invertir en el lino que compramos en algún otro momento. Sería una sustentabilidad entendida como un modo de hacer: en nuestro país, en nuestra época y con estos consumidores. Prefiero hablar de desarrollo sostenible y no quedarme en el relato del reciclaje. Tenemos que pensar más en lo que tenemos y en lo que podemos hacer con eso. La economía circular -que considera aspectos ambientales, económicos y sociales- nos beneficia a todos: productores y consumidores".
Y agregó que el nombre de su marca PY'AGUASU "es una palabra de origen guaraní que significa valor. También es el nombre de una canción y un poema muy bonito. Me gusta sonoramente. La colección retoma la conexión con la tierra de mi mamá, donde la naturaleza es selva, exuberancia y tierra colorada. Eso también es parte de mí, de chica viví un tiempo allá. Todos los veranos viajábamos por tierra desde Río Grande a Misiones". Finalizó la entrevista a La Nación.