Antes de cada show de Dillom nadie sabe bien qué va a pasar, así como cada vez que lanza un nuevo proyecto. Pero si hay una certeza es que siempre va a superarse a sí mismo. Sucedió con su segundo disco, Por Cesárea, un proyecto en el que redobló la apuesta de su álbum debut, Post Mortem, y se consolidó como uno de los artistas más innovadores de la música nacional actual. Y sucedió con su regreso al Luna Park.
Luego de una agitada gira por Europa, Dillom regresó a la Argentina con una misión muy importante: un nuevo round en el Luna Park. El músico había agotado el año pasado el recinto porteño con su primer disco y fue su entrada a las grandes ligas de la música nacional.
Dillom en el Luna Park: un rebelde con causa
El estreno en vivo de su nuevo álbum —en suelo argento— volvió a elevar la vara en lo que respecta a la propuesta audiovisual del artista. Dillom no deja nada librado al azar, es por eso que el Luna Park se decoró acorde a la ocasión. Un corazón gigante colgando en el centro de techo que se encendía de rojo con cada latido, y telas que simulaban ser pieles cosidas colgado de una punta a otra del escenario y de arriba a abajo, fue la ambientación elegida para la presentación de Por Cesárea.
La adrenalina se desató con “Irreversible”, el track instrumental del disco que sirvió como intro con un telón que mostraba sombras de manos queriendo arrancarlo y duplicaba la euforia de las miles de personas congregadas en el Luna Park. Acto seguido, llegó “Coyote”, la canción que desató la locura entre el público. Casi sin respiro, Dillom interpretó “Piso 13″, uno de los grandes hits de Post Mortem, y “Mick Jagger” de su mixtape Ad Honorem Vol 1.
El setlist continuó con “Pelotuda” y “La novia de mi amigo”, la canción que cuenta con la participación de Juan Lopez. Sin hablar demasiado, Dillom permaneció enfocado en lo suyo: dar el mejor show posible. “La Primera” y “Mentiras piadosas”, con la participación de Broke Carrey le otorgaron la calma necesaria para recuperar energías.
La gran sorpresa de la noche llegó tras una breve pausa, cuando Lali Espósito apareció en el escenario vestida de negro y comenzó a cantar la intro de “La Carie”, la canción que lanzaron en conjunto y que rinde homenaje a María Elena Walsh. Tras un acting cómplice junto a Dillom, la artista se fue del escenario ovacionada por el público.
Promediando la mitad del show, llegó el turno de “Rili Rili”, otro de los tracks de su primer álbum y uno de los más agitados por el público presente. Dillom amagó a interpretar “Mi Buenos Aires querido”, aunque quedó solo en una entonación previa a su saludo para Andrés Calamaro, antes de darle paso a “Mi peor enemigo”.
La parte más hardcore de la noche se la llevó una seguidilla de canciones que desataron rondas de pogo y pusieron a todo el estadio a saltar: “Buenos Tiempos”, una versión a capela de “1312″ —como forma de expresión política ante la represión policial reciente en el Congreso— y “Ola de suicidios”.
Lejos de volver a la calma, Dillom y su banda elevaron aún más su propuesta con la intro de “Personal Jesus” de Depeche Mode que funcionó como base de “Reality”. Y con la presencia de Ill Quentin en el escenario, “Ovario” le puso la cuota de trap a la noche.
“Side” y “Post Mortem” tiñeron de oscuridad el ambiente antes de la esperada “Muñecas”. La canción más polémica de su último trabajo discográfico tuvo el momento de mayor tensión con Dillom metiéndose en personaje e interpretando a un femicida que al final se quita la vida.
Así como sucedió durante la presentación del disco en el Teatro Coliseo, un pequeño Dillom apareció en el escenario jugando con inocencia mientras sonaba la primera parte de “Últimamente”, que la cerró el artista, en su versión actual, completamente compenetrado en su papel de adulto con traumas y tragedias.
Sobre el final del show, Dillom se tomó un momento para agradecerle al público por estar presente, por comprar la entrada en tiempos difíciles debido a la crisis económica y por apoyar a un sello independiente como lo es Bohemian Groove Coorp. Además, no dejó de mencionar a quienes llevan sus banderas a los recitales, y a los que viajan desde lejos para verlo.
Tal como lo confesó él mismo, llegó el turno de su canción favorita del nuevo disco y la de muchos de sus fans, “Cirugía”, con la que se animó a tocar la guitarra. A continuación, los flashes de los celulares se encendieron para iluminar todo el estadio con “220″. Sin duda, otro de los grandes momentos de la noche.
Tras una breve pausa, Dillom regresó al escenario para interpretar “Ciudad de la paz” y “Amigos nuevos”, que marcaron el principio del fin. Por último, “Reiki y yoga” fue la canción elegida para cerrar la noche que terminó con el corazón gigante latiendo nuevamente sobre la marea de gente.
La primera de las dos funciones sold out en el Luna Park, fue un viaje por todas las emociones del artista. Un recorrido por su parte más visceral, su faceta más rebelde y hasta su lado más vulnerable y sensible. Esta vez, la historia de terror de Dillom tuvo un final feliz.