Gabriel Giampetri tiene 39 años es de la ciudad sanluiseña de Villa Mercedes y no sabe leer ni escribir, sin embargo lanzó su libro "Mi vida" en el que, casi como un manifiesto, se pueden leer sus versos sobre el amor y la amistad que el Centro de Día Newen acaba de compilar en una pequeña publicación.
"La vida me ha enseñado a no bajar los brazos, a seguir creciendo, a seguir adelante creyendo en mí, porque con amor todo es posible", son algunas de las lineas que Gabriel ha expresado en su libro.
El hombre de 39 años no sabe leer ni escribir, como consecuencia de las discapacidades que le dejó una parálisis cerebral cuando era todavía un bebé. La vida para él no ha sido fácil así como tampoco para su mamá, Olga, quien tuvo que parir a su hijo con apenas seis meses de gestación y 900 gramos de peso. "Su papá nunca lo quiso. Le puse mi apellido porque me dejó sola cuando más lo necesité. Me golpeaba mucho, pero en ese entonces no había las leyes que hay hoy, no podía denunciar. Me separé y quedé sola, tenía 17 años", relató la mujer al periodista de El Diario de la República.
Madre e hijo son oriundos de Buenos Aires y estuvieron tres meses internados en el Instituto Médico Posadas después del parto. Cuando fueron dados de alta, el pequeño había alcanzado nada más que 1,700 kilos. En el medio, sufrió tres convulsiones que le generaron una parálisis cerebral y lo dejaron en estado vegetativo.
Gabriel superó muchas cirugías y gracias a diferentes tratamientos, fue avanzando. De estar totalmente inmovilizado, pasó a valerse de su mano derecha para comer y, de a poco, fue aprendiendo a decir algunas palabras.
La mayor parte de su historial de rehabilitaciones las vivió en Villa Mercedes, en las salas del Policlínico Regional "Juan Domingo Perón", del Instituto Cultural y Recreativo del Discapacitado (ICRED) —al que concurrió por más de dos décadas— y de Newen, donde asiste desde hace algunos años. Es que en 1984, cuando su hijo tenía solo cinco años de edad, Olga decidió probar suerte en la provincia de San Luis ya que con la promoción industrial le abría un abanico de posibilidades laborales. Además sus padres ya estaban instalados en tierras mercedinas, y la mujer, después de mucho pensarlo, se resolvió a seguirlos.
"Mis viejos me ayudaron mucho, porque lo cuidaban mientras yo trabajaba en una fábrica. Al tiempo, conocí a Ángel, mi actual esposo, y formamos una linda familia con cuatro hijos más y ahora tenemos nietos. Yo creo que el entorno ha sido muy importante para todo lo que Gabriel ha conseguido", contó Olga.
Desde una vieja y un poco oxidada silla de ruedas, Giampetri escucha atento cómo su madre relata la historia. La mira, sonríe y cada tanto aporta lo suyo: "Mi mamá es la que me dio la oportunidad de salir adelante. Yo la quiero porque ella la ha peleado mucho", dice entre algunos balbuceos. Aunque tiene dificultades en el habla, sorprende su muy buen léxico y cómo se las ingenia para hacerse entender.
Su afición por las palabras se refleja en los versos que se le vienen a la mente de forma repentina, y que lo llevaron a forjar el sueño de publicar un libro. "Hace más de veinte años que quiere hacerlo", aseguró la madre. Algunos amigos, sus docentes y compañeros lo ayudan como transcriptores. Él es la mente y ellos las manos; el dicta y ellos escriben.
La publicación recoge nueve poemas, pero dice que tiene muchos más. Hay varios que hablan de las diferentes formas de expresarse. Hay uno dedicado a la Patria y otro a la primavera. Pero en todos hay dos temas en común: el amor y la amistad.
"Yo lo veo y me emociono porque es una oportunidad más para que la gente vea que todo se puede", afirmó sobre su pequeño libro. Olga lo definió como la realización de un anhelo: "Si pudo hacer uno, puede hacer otro", aseguró. Gabriel no se achicó: "Voy por muchos más", concluyó.