El norte de la provincia de Salta muchas veces es víctima de la desidia y el aislamiento. En este marco, no es poco común que la Justicia se demore en llegar, y los aborígenes tomen en sus manos castigar a las personas acusadas de cometer crímenes contra la comunidad.
En estas ocasiones, una turaba de gente enardecida, que no escucha razón, se abalanza sobre los acusados sin pruebas aportadas por la Justicia, y muchas veces los familiares de los mismos son víctimas colaterales de la gente enfurecida.
Esta situación fue la que se presentó en la comunidad aborigen Sachapera, al este de Tartagal, luego de que llegara a sus oídos que un miembro de la comunidad vecina Lapacho II habría abusado sexualmente de una niña de 12 años.
Según informó El Tribuno, la menor habría sido atacada sexualmente por uno o dos sujetos mientras cruzaba la cancha de fútbol que divide las comunidades. Tras el aberrante hecho, la niña corrió a su escuela rural, donde dio aviso a una maestra sobre lo sucedido, a raíz de lo cual, se radicó la denuncia.
Los hechos llegaron a oídos de la comunidad Sachapera, quien al enterarse de lo sucedido, se dirigió a la vivienda del supuesto violador, donde tiene una bicicletería. Según trascendió una turba de cerca de 100 personas comenzó a tirar piedras a la vivienda y a insultar al sospechosos. Cuando los ánimos llegaron a su punto más tenso, y miembro de la comunidad se disponían a ingresar al domicilio por la fuerza y linchar al supuesto violador, arribaron móviles de la policía y se llevaron al acusado.
Pero esto no apaciguó los ánimos, puesto que las comunidades de etnia wichí y toba, ingresaron a la vivienda, sacaron todas las pertenencias del acusado afuera y se dispusieron a prenderla fuego.
Nuevamente intervino la policía para evitar que quemaran la vivienda del acusado, y apagar las primeras llamas que habían comenzado a consumirla.