Familiares y amigos de Carlos Orellano se concentraron este jueves en la puerta del Instituto Médico Legal (IML) a la espera de un nuevo peritaje en la causa. El cuerpo del joven fallecido tras su desaparición en Ming River House fue exhumado para tomar muestras, algo que generó fuertes críticas de su padre por las demoras en una investigación que lleva más de nueve meses.
El cadáver fue trasladado por la mañana bajo custodia de la Policía Federal Argentina (PFA) para hacer un análisis de diatomea, entre otras medidas de prueba pendientes en la pesquisa. El mismo es un examen clave para determinar si el joven de 23 años estaba vivo cuando cayó al agua del río Paraná la madrugada del martes 24 de febrero.
La muestra de médula ósea del fémur de los restos de “Bocacha” ya había sido solicitada cuando se llevó a cabo la primera autopsia bajo el protocolo de Minnesota. Sin embargo, el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de la Nación detectó que el material original pudo haber sido contaminado con la herramienta con la que cortaron el hueso y recomendaron hacer una nueva extracción.
El Ministerio Público de la Acusación (MPA) sostuvo que el procedimiento de este lunes “no presupone riesgo probatorio”, dado que los restos necesarios “se conservan por un período prolongado de tiempo”.
Orellano fue a bailar con amigos a La Fluvial la noche del 23 de febrero. La última vez que lo vieron con vida, el personal de seguridad del boliche lo sacó tras un supuesto altercado dentro del local. La querella sostiene que tanto los custodios como efectivos policiales lo agredieron físicamente y presumen que luego lo tiraron al río, por lo que solicitaron la prisión preventiva de los involucrados y del dueño del lugar.