La de Ángel Correa es una historia de resiliencia y un ejemplo de que no rendirse trae sus frutos. La vida le puso grandes obstáculos que gracias al fútbol, pero sobre todo a su disciplina pudo superar.
Hincha de Rosario Central, campeón del mundo en Qatar, hoy brilla en el Atlético de Madrid del Cholo Simeone. En una profunda charla con Los Edul repasó parte de su historia.

Correa tuvo una infancia difícil: una familia numerosa y un padre que falleció cuando él tenía 10 años. La pobreza acuciante lo obligó a pedir para comer y hoy es un pasado que no olvida: se enorgullece de haber sacado a su familia de aquella situación.
La dura infancia de Ángel Correa
“Nosotros no teníamos para comer. Éramos 10 hermanos, después cuando mi papá falleció, que yo tenía 10 años, mi mamá quedó sola y comíamos una vez al día, si comíamos”, recuerda el jugador.
Su padre lo llevaba a al baby fútbol y estaba seguro de que iba a a triunfar. No se equivocó. Pero antes, las prioridades pasaban por otro lado: “A los 12 años ya me fui a Buenos Aires. Ya en la pensión lo poquito que ganaba, cuando por ahí me daban un viático, se lo mandaba a mi mamá”, asegura, a la vez que cuenta que cuando llegó a San Lorenzo le daban doble ración de comida, porque la nutricionista lo diagnosticó desnutrido.
“Comíamos al mediodía y a la noche ya no. Nosotros íbamos a pedir, íbamos a abrir puertas de taxi al centro, a vender rosas con mi mamá. Con mi abuela también hemos caminado kilómetros y kilómetros para pedir casa por casa. Y siempre nos acordamos de todas esas cosas y con felicidad también, porque en ese momento éramos felices con lo poco que teníamos”, señala Correa.
Las luchas de Correa siguieron más adelante: dos de sus hermanos murieron, él tuvo que ser operado del corazón a los 18 años y su madre batalló contra él cáncer, que la venció en 2023. Al futbolista, sin embargo, le reconforta haber sacado a su familia de la pobreza y que su madre lo haya visto campeón del mundo.