La escritora Angélica Gorodischer falleció este sábado en su casa de la zona sur de Rosario. La partida de la autora de 93 años que se cansó de las “mujeres vencidas” tuvo gran repercusión más allá del ámbito de la literatura, en el que se destacó por su perspectiva feminista y se erigió como pionera de la ciencia ficción iberoamericana.
“No quiero morir en terapia ni en un sanatorio. Espero hacerlo en mi cama, tranquila, con alguien que me agarre de la mano”, expresó la ensayista a la hora de pensar en el adiós. Su deseo se cumplió en el barrio Tiro Suizo, donde construyó su hogar, su familia y una obra que rebasó los límites de Argentina.
En una carta citada por La Capital, Gorodischer planteó que sólo quería “un cajón ordinario, que se pudra pronto”. La autora de “Kalpa imperial” y “Trafalgar” pasó meses incomunicada hasta poco antes del deceso. Su familia hizo público el reclamo a Telecom porque la habían dejado sin teléfono fijo y ella no usaba celular.
La escritora nació en Buenos Aires, pero siempre se definió como rosarina. Parte de su obra se destacó por el uso de la distopía para hablar de la desigualdad.
En 2016 viajó a Capital Federal para presentar el libro “Las nenas”. Las protagonistas de los cuentso son niñas que desafían las reglas, escapando de situaciones opresivas impuestas por la lógica masculina. En diálogo con Télam, expresó su hartazgo frente a una “sociedad falogocéntrica” en la que las mujeres “terminan muertas, alcohólicas, suicidadas”.
“Quería cortar con eso literariamente hablando. Una nena también puede rebelarse desde su lugar en la sociedad, que no es solamente obedecer a mamá”, explicó la autora respecto de la obra que introdujo entonces.
Una vida dedicada a la literatura en Rosario
“No estarás más físicamente, pero qué lejos llevaste el apellido con tu talento y dedicación. Descansá con el abuelo, que nosotros los vamos a recordar con sonrisas”, escribió este sábado Nicolás Gorodischer. El nieto de la autora la despidió con estas palabras en redes sociales y una foto con su perfil característico.
Admiradora de Virginia Woolf, así como Silvina y Victoria Ocampo, la rosarina se casó en 1948 y comenzó a publicar su trabajo en 1960. Cuatro años más tarde ganó el tercer Concurso de Cuentos Policiales de la revista “Vea y Lea”. Rodolfo Walsh fue uno de los integrantes del jurado.
Al margen de su labor profesional, la autora tuvo tres hijos con el arquitecto Sujer Gorodischer. “Con enorme dolor y pesar despedimos a Angélica. Gracias por el cariño que nos hacen llegar”, manifestó la familia a través de un comunicado en el sitio oficial dedicado a su carrera.
La obra de la escritora incluye novelas como “Opus dos” “Floreros del alabastro”, “Jugo de mango” y “La noche del inocente”. Fuera de su taller dictó más de 350 conferencias, buena parte de ellas se centraron en la literatura fantástica.
“El futuro es mujer”
La saga “Kalpa Imperial” es uno de los títulos más importantes dentro del catálogo de Gorodischer. La primera parte se publicó en 1983. Treinta años después, Ursula K. Le Guin se encargó de la traducción al inglés.
Organizadora del Encuentro Internacional de Escritoras de 1998, 2000 y 2002, Gorodischer se definía como “feminista” y pensaba en sus personajes lejos de los estereotipos trágicos de las heroínas: “Mucas consiguen lo que querían sin hacer una revolución, sino naturalmente, como puede hacerlo un hombre. Eso se llama feminismo”, dijo cuando la homenajearon en la Feria del Libro de Rosario en 2018.
Quienes la visitaban en su casa de la zona sur, contaban que una de las bibliotecas tenía un cartelito amarillo con la leyenda: “El futuro es mujer”.
Gorodischer tuvo cáncer y en 2011 contó su experiencia mediante la publicación de “Diario del tratamiento”. Un año más tarde volvió a la ficción con “Las señoras de la calle Brenner”, novela a la que le siguió “Palito de naranjo” en 2014.
La autora solía usar aros y pelo cortísimo de colores que fueron pasando por una amplia gama de los naranjas. Estudió en la Escuela Normal 2 de Profesoras y cursó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Además trabajó como bibliotecaria en una editorial médica hasta que en 1963 obtuvo el primer premio del Club del Orden y comenzó un camino de publicaciones a partir de su primer libro, “Cuentos con soldados” (1965).