Aunque uno de sus exjefes afirma que “Los Monos” están presos o muertos, su nombre se convirtió en uno de los motores de la “industria del apriete y la extorsión” en Rosario. Así la definieron este lunes quienes imputaron a Cristian Nicolás Avalle, un preso identificado como el líder de una asociación ilícita de 30 personas.
Una semana después de la balacera frente al Sindicato de Camioneros de Santa Fe, el Ministerio Público de la Acusación (MPA) denunció que se trata de uno de los últimos episodios de una saga de ataques mafiosos contra todo tipo de organizaciones. La fiscal Valeria Haurigot advirtió que los delincuentes “quieren ingresar a cuestiones políticas” y por eso apuntan hacia los gremios.
Según la funcionaria judicial, buena parte de los homicidios y aprietes en Rosario corresponden a “bandas polirrubro” que “ya no se dedican solamente a la droga”. Su objetivo va más allá de ganar dinero y pretenden ocupar “espacios de poder, compitiendo con el Estado”. Así impulsaron agresiones contra escuelas, medios de comunicación e incluso la policía.
Dentro del equipo que ató cabos de investigaciones de asesinatos, balaceras y extorsiones, Franco Carbone indicó que Avalle y sus secuaces intentaron competir en las PASO 2023 y las elecciones generales de Santa Fe de diferentes localidades de la región. Así ratificó la teoría del interés político del crimen organizado.
Según el fiscal rosarino, la banda de “Pupito” no sólo quiso ganar terreno en los sindicatos. También está vinculado a la barra brava de Newell’s y la de Coronel Aguirre, uno de los clubes más importantes de Villa Gobernador Gálvez.
Un crimen por error, una traición y una infidelidad
Uno de los homicidios atribuidos a la asociación ilícita ocurrió la noche del domingo 28 de mayo, cuando Ariel Lisandro Leguizamón fue baleado en Centeno al 2500. De acuerdo a la evidencia recabada por el MPA, los asesinos lo confundieron con un familiar porque ambos tenían la pierna enyesada y rengueaban.
El joven de 25 años integraba el Movimiento Evita y trabajaba en un centro comunitario del barrio Itatí. Según el fiscal Patricio Saldutti, el objetivo de los tiradores era matar a su primo, que estaba saliendo con la pareja de uno de los jefes de la banda de Cristian Nicolás Avalle.
La madeja de hilos que unen asesinatos, balaceras y extorsiones empezó a deshacerse en enero, cuando la Justicia le secuestró un celular a “Pupito” en la cárcel de Ezeiza. Al cotejar la evidencia con la de otros teléfonos, descubrieron que uno de los delincuentes presos en Coronda se hacía pasar por Dylan Cantero y miembro de “Los Monos”.
Entre los 47 casos que forman parte de la pesquisa, el MPA advirtió que uno de los principales laderos de Avalle lo traicionó. El fiscal Adrián Spelta reveló que otro recluso decidió armar un “negocio independiente” para apretar a comerciantes.
Cuando hablaba con las víctimas, Carlos Olguín pedía que le dejaran de pagar a “la señora de los 21″. Así describía a la mujer que pasaba a cobrar por “protección” ese día del mes. Ante una negativa, el preso ordenaba un ataque.
La operatoria del exsocio de Avalle quedó expuesta de la peor manera el domingo 21 de mayo. Esa noche balearon Burger House en Villa Gobernador Gálvez y asesinaron al cadete Hugo Villán (45). El dueño recibía amenazas extorsivas desde hace dos años. Ahora, la Fiscalía aspira a desbaratar definitivamente la red delictiva montada en torno al asesinato.