Adriana Delfino es una religiosa que pertenece a la Comunidad de Don Orione. Nació en María Juana, aunque ahora se encuentra radicada en Roma. Y la novedad es que, este jueves tuvo la posibilidad de tener un encuentro con el Papa Francisco.
Así lo contó Alejandra, su hermana, en declaraciones a Radio María Juana (101.9 Mhz). “Mi hermana está en Italia desde el 5 de mayo. Desde 2021 está viviendo en Montevideo, después de que la nombraran superiora. Está a cargo de un cotolengo, que tiene 90 mujeres, de todas las edades y con todo tipo de discapacidades. Unos días antes de irse a Europa, pasó por María Juana”, contó.
“El 10 o 12 de junio estará de vuelta. Fueron 6 hermanas. Lo que ellos hacen es una instancia de congregación: se hace cada 6 años y van diferentes grupos de hermanas. Van a visitar lugares muy significativos de la congregación. Ellos fueron a Roma y de ahí a Tortona, que es un lugar muy importante para Don Orione. Es la casa madre: todo empezó ahí”, agregó Alejandra.
Las personas con discapacidad que ingresan a los cotolengos, muchas veces son abandonados. Incluso, de muy pequeños. Por eso, su apellido es Orione.
La audiencia con Francisco
El encuentro se concretó este jueves. “Siempre fue muy cercano a esta congregación. En su momento, cuando era el Arzobispo de Buenos Aires, él fue el que le instituyó los votos a mi hermana. Ellas le pidieron una audiencia y él dijo que sería privada”, comentó.
Francisco desarrolló sus consideraciones, por “tres caminos fundamentales”, recuerda, indicados por el santo piamontés: “Estar unidos a Jesús, cercanos a los hermanos y activos en el servicio”, de acuerdo a lo publicado por AICA.
El Papa le pidió tener “una fe que arda por dentro y brille a nuestro alrededor”. Y “como madres -subraya refiriéndose a las religiosas- el mayor regalo que pueden hacer a los hijos que Dios les encomienda es transmitirles su amor tierno y apasionado por Jesús”.
Tengan, pues, siempre, entre ustedes y hacia los demás, un sentido de ternura maternal, nunca de frialdad. Y si alguna vez se hace sentir esta dolencia del corazón, ahuyéntenla inmediatamente, con pensamientos, palabras y gestos de acogida y bondad. Bien sabemos que un trozo de pan compartido con una sonrisa es mejor que un plato quizás refinado, pero insípido de amor.
En cuanto a la enseñanza de don Orione de “trabajar duro”, los pobres y “los afligidos de todo mal y dolor”, como le gustaba decir al fundador, son y siguen siendo los primeros en ser buscados y beneficiados por la atención y la ternura, como una madre hace con sus propios hijos que, apuntó Francisco, “sabe inventar soluciones y remedios inesperados, incluso ante situaciones difíciles o ante la incomprensión de los demás”.