El pasado sábado 23 de octubre, “La Mistonga” estrenó su show “De Sobremesa” en el Teatro Lasserre, se trata del primer espectáculo propio del grupo. Como era de esperarse, el carnaval sobrevoló la ciudad y no pasó desapercibido, sino todo lo contrario. Esto no se debe al hecho de que haya sido el primer show planificado íntegramente por La Mistonga, tampoco al hecho de que ésta sea la primera murga estilo uruguayo que se gesta en Rafaela y se amplifica en la región.
O, mejor dicho, no se debe exclusivamente a esto. En esta nota, intentaremos reflexionar acerca del evento, de los sentipensares que circularon, de las verdades que la murga le cantó a la ciudad.
La trascendencia de la presentación, como anticipaba, no está ligada exclusivamente a lo “novedoso” de un estreno. La trascendencia está ligada, en primer lugar, al contenido del show que las y los intérpretes compartieron a la comunidad: un contenido que desentona con el machismo, con los estereotipos vinculados a la familia y a los vínculos, con la meritocracia y con quienes buscan silenciar la lucha popular. La murga criticó a todos los candidatos y candidatas y reclamó al Obispado por lo que pasó en el Colegio San José. La Mistonga interpeló a las y los presentes a cuestionar(nos), invitó a la reflexión individual, pero sobre todo a la colectiva; porque la murga uruguaya es, en esencia, esa resistencia que, entre alegres y coloridas melodías, nos cantan verdades de esas que incomodan.
A modo de crónica, podemos decir que el show está organizado en torno a una familia que se reúne a almorzar un domingo bastante disruptivo, debido a que la abuela se reveló contra los mandatos sociales y no les ha cocinado. Con esto, se abre paso a una serie de interpretaciones en las que absolutamente todo se pone en discusión: cuáles son los roles “clásicos” (y por qué lo son) en las familias; qué tipos de familias existen (dejando entrever que incluso nos quedan muchas por conocer, claro); qué estereotipos vinculados al género persisten; cómo desarticular lógicas adultocéntricas y dar paso a la sabiduría de las infancias. Asimismo, en el espectáculo La Mistonga canta unas cuantas verdades sobre el contexto social latinoamericano y lo que implica pensar en el avance de la derecha desde nuestras latitudes, también en relación a lo nacional y lo local.
En cuanto a nuestro contexto más cercano, la murga se hizo eco del grito que exige justicia por las infancias. Un reclamo muy presente en los últimos tiempos en Rafaela, debido a los casos de abuso que tuvieron lugar en establecimientos educativos. Contra todo pronóstico de ocultamiento, La Mistonga decidió incluir en sus interpretaciones este tema y cantarlo a quince voces, exponiendo la importancia de que la ciudad se saque los lentes del conservadurismo y se enfoque en lo urgente: garantizar los derechos de las infancias. En este sentido, también nos cantaron y contaron su preocupación por las normativas locales que impiden el desarrollo del arte callejero, por el escenario político y los índices de pobreza del país.
Como toda situación de sobremesa, el espectáculo de La Mistonga dio que hablar. Y de seguro lo seguirá haciendo. Sin dudas, quienes nos sumamos al fueguito colectivo avivado por la murga el sábado, desde la butaca estuvimos pensando en algún familiar y sobremesa propia, en esos temas que se suelen cancelar de antemano en estas juntadas, para no generar problemas. Acá se plantea lo contrario: sacar los trapitos al sol, para ver con más claridad lo que está pasando, motivándonos a (re)pensar nuestras prácticas cotidianas y las problemáticas que nos atraviesan como sociedad.
La murga local nos cantó sobre las temáticas que se exponen en esta nota y sobre muchas más; pero, sobre todo, nos convocó a cuestionar nuestra participación y responsabilidad en las problemáticas sociales y nos acercó una mirada que advierte que la única salida es colectiva. Y que juntxs, juntas, juntos, alumbramos mucho más. Sólo nos queda agradecerles por el canto colorido y combativo tan necesario en la ciudad; nos encontramos en el próximo carnaval.