Una tuneladora horada la tierra en Quilmes y avanza en sentido sudoeste, hacia Lomas de Zamora, Esteban Echeverría, Almirante Brown, Ezeiza y parte de La Matanza. El objetivo es construir un río subterráneo de agua potable de 23 kilómetros, que beneficie a los vecinos de dichos partidos.
El proyecto cuenta con el trabajo de cientos de personas las 24 horas. La tuneladora avanza asistida por una planta que, ubicada al pie del pozo por donde ingresó esta mole en forma de gusano, fabrica las paredes del túnel.
Hasta ahora lleva construidos 5 kilómetros, que pertenecen a un primer tramo que tendrá una extensión de 13,5 kms y llegará hasta Temperley. La segunda parte completará los 9,5 kms restantes y llegará hasta Esteban Echeverría. Son dos tramos y dos contratos diferentes.
La obra forma parte del llamado “Sistema Agua Sur”: un conjunto de obras que lleva adelante AySA y con las que espera ampliar la planta General Belgrano, ubicada en Quilmes. Así, esta pasaría de producir 2,5 millones de m3 de agua potable por día a 3,4 millones de m3. La planta General Belgrano se abastece del agua del Río de la Plata, desde una toma ubicada a 2,5 kilómetros de la costa. Otro de los proyectos es construir una nueva toma, 500 metros más adelante.
El agua tomada del río llega hasta módulos de potabilización. Son recintos enormes, las reservas o, como las llaman en la planta, “laberintos de agua”. Además del túnel de 23 kilómetros y la nueva toma de agua, se construyen tres nuevos módulos. Uno se encuentra casi terminado: tiene 5 metros de altura, 300 metros de largo y 100 metros de ancho.
Las paredes del túnel subterráneo se construyen in situ
Podemos decirles “paredes”, pero su nombre específico es dovela: cada una de las partes que forman un anillo. Cada anillo está conformado por seis dovelas de hormigón armado. Cada dovela pesa 2.000 kilos y la fábrica, que opera las 24 horas con dos turnos de trabajadores, tiene un horno que permite acelerar el proceso de fragua del hormigón.
“A medida que la tunelera avanza, se colocan los anillos de hormigón. Las dovelas encastran perfecto para que el túnel sea totalmente estanco. Esta fábrica puede producir 120 dovelas por día, o sea, 20 anillos diarios. Ya se fabricaron 50 mil y todas tienen un código QR que permite seguir la trazabilidad, por una cuestión de seguridad”, explica Javier Koller, jefe de Inspección de Obra de este tramo del río subterráneo.
Las dovelas se bajan al pozo por donde ingresó la tuneladora, que tiene una profundidad de 25 metros. Desde allí, un tren de trocha angosta las lleva hasta el final del túnel. Allí también viajan los trabajadores: hombres y mujeres atentos a todas las medidas de seguridad, a que el polvo no afecte sus ojos y alertas a su respiración.
Además del tendido de vías, hay una serie de cañerías que llevan hasta el extremo del túnel la electricidad, agua y aire fresco. Sin este último sería imposible trabajar a más de 20 metros bajo tierra.
“La tuneladora fue encargada a una empresa australiana, las partes electrónicas son japonesas y se fabricó en China. Llegó al país en contenedores y fue ensamblada aquí. La diseñaron exclusivamente para este trabajo, para este tipo de suelo y el tipo de presión que recibe mientras horada la tierra”, señala Pablo Estigarrivia, director de proyecto del Sistema Agua Sur.
La tuneladora, de nombre Eva, tiene 4,66 el diámetro exterior, 3,90 el diámetro interior y 165 metros de largo.
“La extensión está dada por los 22 vagones que tiene acoplados, en los que lleva aire, compresores, generadores eléctricos, volquetes en donde se acumula la tierra de la excavación y, entre otros usos, lugares de seguridad para que los trabajadores se resguarden si ocurriera algún incidente”, detalla.
A medida que avanza la tuneladora, saca tierra a la superficie que, por el momento, queda en la misma planta. Es que por un tema de seguridad, se subió la cota y se realizaron rellenos.
“Estimamos que vamos a gestionar y mover un millón y medio de m3 de tierra. Para dar una idea, podríamos llenar a tope, hasta la última fila, entre 7 y 8 canchas de Boca Juniors”, señala.
Cuáles son los plazos de la obra
La obra se encuentra financiada por el CAF (Banco de Desarrollo de América Latina, ex Corporación Andina de Fomento), arrancó en 2018, tiene un costo de 1.000 millones de dólares y un plazo de diez años. Se estima que, en 2028, cuando haya concluido, impactará en 2,5 millones de habitantes.
Sobre la finalización de la primera parte, Malena Galmarini, presidenta de AySA, dijo: “Si bien tenemos como fecha de finalización de esta primera etapa de obras en ejecución el año 2024, estamos haciendo todo con las empresas contratistas, sindicatos, el CAF y AySA para terminar antes, porque hay que llegar a las vecinas y a los vecinos con urgencia. Llevar el agua de red y mejorar el servicio hace a la mejor salud, al cuidado del medio ambiente, a la equidad de género y a mayor posibilidad de educación. Finalmente, es justicia social”.
Por otro lado, AySA avanza con la obra del Sistema Riachuelo, una mega ampliación de la red de cloacas del Área Metropolitana, que incluye una planta de tratamiento de efluentes y un emisario para liberarlos en el río.
También tiene en ejecución el reemplazo de los caños de plomo de 1930 que llevan agua a las viviendas del GBA por otros de PVC.