Tomaditos del brazo, cariñosos, como novios que recién dan sus primeros pasos en el amor, Mariana Brandfor (81) y Jorge Bochmann (79) llegaron a la entrevista con un medio local.
Sin embargo, la historia de amor de Mariana Brandfor (81) y Jorge Bochmann (79) empezó a escribirse mucho tiempo atrás, hace casi 60 años, publicó El Territorio-
Fueron seis décadas de noviazgo, al que ahora le pusieron su broche de oro pasando el altar en una ceremonia al aire libre en la ermita Virgen de Itatí del barrio Las Tacuaritas-Pellegrini, de Posadas, donde viven.
Rodeada de sus seres queridos, la pareja se unió ante los ojos de Dios y ambos se convirtieron en marido y mujer. Ahora solo les queda pasar por Registro Civil, contaron.
Se conocieron de muy jóvenes en el barrio Tacurú, donde ella vivía y él trabajaba en un negocio. “Ya ni me acuerdo cómo fue, pasó tanto tiempo. Íbamos a los bailes de la época, después empezamos a salir y no le largué más”, dijo la perspicaz Mariana, con una carcajada bien audible.
La anécdota sobre por qué el casamiento tardó tanto en concretarse parecía una historia de aquellas novelescas en las que la familia de uno se oponía al romance de los enamorados. Sin embargo, es más simple y se debe a acontecimientos fortuitos que lo fueron postergando.
“Yo siempre le decía que nos casemos y me decía que su papá no le había dado permiso, entonces no le dije más nada. Hace poco le volví a sacar el tema y él no me dijo ni sí ni no. Entonces le miré y le pregunté ‘¿vos no me querés, papi?’ y él se rió”, reconoció la mujer y Juan le devolvió una mirada cómplice.
Tuvieron una sola hija biológica que actualmente vive en Buenos Aires, tiene 32 años y les dio tres nietos. Una de ellas, Nahir (13), que se crió con ellos y les llama mamá y papá, así como un sobrino, al que cobijaron desde los ocho meses por la muerte de su madre y hoy, ya de adulto, les profesa un profundo afecto.
El amor que Mariana y Jorge se tienen traspasa la barrera de lo íntimo y eso los convirtió en los vecinos más queridos del barrio. Tal como relató su vecina y amiga, Ester Brítez, los dos siempre fueron serviciales con quienes los necesitaron.
“Cuando alguien iba a tener un bebé ellos estaban, a mí me llevaban, me traían cuando tuve a mi hijo. Los que ahora somos grandes en el barrio nos acordamos que siempre nos cuidaron y cocinaron para todos. Ella era como la mamá para toda la gurisada que ahora ya somos grandes”, contó Ester, que fue quien estuvo en todos los detalles de la boda.
Ella, como casi todo el barrio, adoptó al matrimonio como sus padrinos. No hay persona, grande o chica, que no se refiera a Mariana y a Jorge como madrina o padrino.
Paciencia y respeto “Es mi amor, mi compañero, mi amigo, donde yo voy, él va y donde va él, yo voy”, afirmó Mariana con los ojos achinados por la gran sonrisa que le confirió a la frase.
Él, no obstante, es más callado, deja que ella hable y asiente o agrega datos a los relatos que se van sucediendo. Se reconoce una persona simple, que no se hace mala sangre por nada.
“Nosotros nunca discutimos, yo soy la gritona de la casa pero cuando empiezo él se va y hace que no me escucha. Yo me enojo porque quiero que me responda”, reconoció, y agregó: “No hay dos hombres como él, es un excelente papá, excelente esposo. Nunca discute ni ofende a nadie”.
La paciencia y el respeto son, entonces, los pilares fundamentales en esta familia y, por lo tanto, lo que hace que el amor se mantenga lo más puro posible. Es un trabajo de todos los días. “Él me tiene que respetar porque es menor que yo”, remató entre risas la madrina del barrio.
Son tan distintos que se complementan. Jorge no tiene vicios, no fuma y no toma alcohol. Trabajó durante 48 años en el Ministerio del Agro y se jubiló el año pasado. A Mariana, sin embargo, le encanta la cerveza y se toma un vasito cada vez que puede.
Son participantes activos del centro de adultos mayores Soñadores, de la que Mariana fue fundadora y nuclea a los abuelos del barrio. Tal es así que en reuniones con otros centros, al verlos sentados y agarrados de la mano, piensan que se conocieron en ese ámbito. No sospechan que su amor está por cumplir seis décadas pero la complicidad de la pareja se mantiene como al principio.