El hallazgo de una familia muerta en un departamento del barrio porteño de Villa Crespo ha generado un profundo impacto entre los vecinos y en redes sociales. Las cuatro víctimas —un matrimonio y sus dos hijos adolescentes— fueron encontradas sin vida, con heridas de arma blanca, en un hecho que conmociona al país y que sigue bajo investigación judicial.
Cómo se descubrió el hecho
La tragedia ocurrió en la mañana del miércoles, cuando la empleada doméstica llegó al sexto piso del edificio ubicado en Aguirre 295. Al ingresar al departamento 6°A, descubrió una escena devastadora: los cuerpos sin vida de Adrián Seltzer (53), Laura Fernanda Leguizamón (51) y sus dos hijos, Ian (15) e Ivo (12).

Según informaron fuentes de la investigación, el móvil del robo quedó completamente descartado. Las puertas no habían sido forzadas y no se registraron faltantes de valor. Todo apunta a que se trató de un crimen intrafamiliar, y la principal hipótesis que manejan tanto la Policía de la Ciudad como la Justicia porteña es que la mujer habría asesinado a su esposo y a sus hijos antes de quitarse la vida.
A pesar del brutal desenlace, nada en el perfil público de la familia anticipaba un episodio de esta magnitud. En redes sociales, tanto Seltzer como Leguizamón compartían imágenes de viajes, momentos familiares y encuentros con amigos. Uno de los detalles que más resonó en las últimas horas fue el último mensaje público que Adrián Seltzer le dedicó a su esposa en Facebook, donde la llamó “Genia y diosa” y publicó una foto de ambos vestidos de gala, mirándose con complicidad.

Cómo sigue el caso
Las autoridades continúan trabajando en el lugar, recabando pruebas y tomando testimonios. Se espera que en las próximas horas se conozcan los resultados preliminares de las autopsias, que podrían aportar mayores certezas sobre el orden de los hechos.
Mientras tanto, la comunidad de Villa Crespo permanece conmocionada, y el caso reabre el debate sobre la salud mental, la violencia intrafamiliar y la dificultad de detectar señales de alarma, incluso en contextos que, desde afuera, parecen estables y felices.