Capilla San Juan María Vianney, en Pérez, celebra a su Santo

Además hoy es un día para felicitar a nuestro párroco, y también para orar por él. A través de la redes llegan mensajes de felicitaciones para al Padre Guillermo Cetera.

Capilla San Juan María Vianney, en Pérez, celebra a su Santo
Misioneros redentoristas, participaron de un encuentro en Cabín 9 en la Capilla San Juan María Vianney

La Iglesia celebra cada 4 de agosto la fiesta de San Juan Bautista María Vianney (1786-1859), también conocido como el Santo Cura de Ars. Además hoy es un día para felicitar a nuestro párroco, y también para orar por él. A través de la redes llegan mensajes de felicitaciones para al Padre Guillermo Cetera.

En la Capilla San Juan María Vianney de Cabín 9, a las 18:30 horas habrá una procesión y a las 19:00 horas, se celebrará la Santa Misa.

¿Quién fue el Santo Cura de Ars?

San Juan Bautista María Vianney (1786-1859), conocido más familiarmente como el Santo Cura de Ars, fue
sacerdote y párroco del pueblo francés Ars, ubicado a 30 km de la ciudad de Lyon. Nació en Dardilly, el 8 de mayo de 1786. Es el patrono de los sacerdotes, en especial de los párrocos.

Capilla San Juan María Vianney, en Pérez, celebra a su Santo (Facebook Grupo Campamento Martín Miguel de Güemes)
Capilla San Juan María Vianney, en Pérez, celebra a su Santo (Facebook Grupo Campamento Martín Miguel de Güemes)

Sacerdote de gran humildad. Poseía el don de conocer a las almas, es por ello que se ganó la fama de buen confesor. Durante cuatro décadas administró el sacramento de la penitencia, dedicándose con constancia a ello durante diez horas.

Poseía dones extraordinarios como el de profecía o la capacidad para conocer las almas y penetrar sus intenciones. Fue blanco de los ataques directos del demonio, como por ejemplo, algunas noches el demonio hacía ruidos para no dejarlo dormir, mientras se burlaba sugiriendo que abandonara el ayuno. Sin embargo pudo enfrentarlo gracias a su alma fortalecida por la gracia, la mortificación, la oración y el servicio.

En una oportunidad el demonio quiso amedrentarlo e hizo temblar su casa hasta por 15 minutos para que deje de orar. En otra ocasión quiso que abandonara la misa que estaba celebrando, causando un incendio en su habitación, pero el Santo supo reaccionar con serenidad sin moverse del altar, enviando a otra persona a apagar el fuego.