La FDD no es solo una fiesta. Es un evento que durante 24 años consecutivos movilizó a miles de personas de todo el país, generó trabajo directo e indirecto, impulsó al sector hotelero, gastronómico, comercial y de servicios. Para los vecinos de Paraná, significaba no solo una inyección económica, sino también orgullo: por haber sido capaces de crear y sostener una de las fiestas más grandes de Latinoamérica.
Pero en 2025, la edición número 25 de la Fiesta de Disfraces no se realizará en Paraná por primera vez en su historia. Y no fue por falta de voluntad de los organizadores ni del público. Desde hace meses hubo rumores, reuniones truncas, cartas de intención, falta de definiciones. La organización presentó propuestas, buscó locaciones, pidió certezas. La respuesta fue una acumulación de silencios o trabas. La incertidumbre reinó durante meses.

Finalmente, la FDD anunció que se muda. El comunicado oficial dejó la puerta abierta al regreso, pero también evidenció una realidad: la falta de decisión política clara y el cansancio de gestionar con trabas permanentes. Mientras otras ciudades ofrecían alternativas concretas, Paraná miraba para otro lado.
¿Qué pierde Paraná?
- Más de 150 millones de pesos que quedan cada año en la ciudad en alojamiento, comidas, taxis, combustible, servicios técnicos, artistas, logística y más.
- Visibilidad turística que se multiplica en medios nacionales, redes sociales y plataformas internacionales.
- Un evento cultural icónico que representa a la juventud, la creatividad, la libertad y el encuentro.
- Trabajo para miles de personas que año tras año encontraban en la FDD una oportunidad de ingresos y desarrollo.
Mientras tanto, Paraná sigue diciendo que no. No a las oportunidades, no al crecimiento, no a lo que funciona. Y así, se convierte en la ciudad del no.