Ella varillense, él sanfernandino, la pareja que lograron producir y desarrollar www.realtrip.travel, para toda América Latina, ya recorrieron 102 países.
Son Oscar Suárez y Fabiana Beinotti quienes desde diciembre de 2015, dejaron atrás el trabajo profesional en turismo y todo lo que tenían en Argentina para embarcarse en una aventura en la que ya lleva recorridos 102 países y transmitir en tiempo real información útil a otros posibles viajeros. Calculan unos 420 destinos a lo largo de tres años y medio y todavía sienten esa rareza del que vuelve después de un viaje largo.
El viaje se inició en la ciudad de San José (Entre Ríos). Luego de aquel arranque por el Litoral, siguieron por los países vecinos hasta que saltaron a Estados Unidos, donde "había más posibilidades de recibir ayuda para concretar nuestra idea. De allí fuimos a Europa, África, Asia, volvimos a Europa y, finalmente, a Oceanía: llegaron hasta Rotorua en Nueva Zelanda. Los movimientos nunca superaban las cuatro o cinco horas de viaje, ya sea en avión o en tren", cuentan.
"Un viaje por el mundo comienza en tu mundo. Con Fabiana arrancamos a pensar el recorrido dos años y medio antes de partir. La preocupación era cómo podíamos generar economías que nos permitieran viajar y financiar el recorrido", cuenta Suárez, que está en pareja con Beinotti desde hace ocho años.
Así fue cómo comenzaron a capacitarse en la producción de material audiovisual y fotografía; tomaron cursos y compraron equipamientos con buena parte de sus ahorros. Y fundaron una pequeña productora de marketing digital enfocada al turismo. Con el auge de la promoción turística, los destinos necesitan contenido: videos, fotografía y páginas web. Comenzamos a producir ese material, que luego vendíamos o canjeábamos. También dimos capacitaciones y charlas de marketing en muchos destinos, principalmente de África. En fin, todo el gran abanico del marketing digital", amplía Suárez.
Beinotti, que antes de partir se dedicaba a la organización de eventos, dice que un tema clave fue la organización.
"Teníamos todo armado con, al menos, tres meses de antelación. Sabíamos dónde íbamos a parar, qué íbamos a hacer y los contratos laborales listos. Nos dividíamos el trabajo, que podía ser desde descargar las fotos hasta tramitar el visado. Hicimos todo con pasaporte argentino".
Con un pequeño modelo de negocios armado, la pareja se lanzó a la otra rutina. La del viaje, los aeropuertos, los nuevos destinos, el encuentro con el otro en cualquier rincón del mundo.
Cuando mencionan un país que los impactó profundamente, coinciden en señalar Uzbekistán, ubicado en Asia central. "Me sorprendió mucho por su historia, la calidad de los monumentos y preservación. Me quedaron grabadas las cúpulas, las madrasas, la comida y las rutas. También fueron hermosos con nosotros en Irán", recuerda Oscar, que antes de la vuelta al mundo se dedicaba a la promoción turística.
De Maldivas a Rumania y la India
"¿Cuál fue el lugar que más les gustó?" Esa pregunta se repetía una y otra vez al regresar del viaje. Ellos prefieren hablar de "asombro" frente a algunos destinos. "Maldivas es impresionante por la calidad de las playas y por cómo tienen montada la infraestructura turística. Un lugar que también nos impactó mucho es China. Son millones de personas y todo funciona bien. El Palacio de Verano, por ejemplo, es uno de los puntos más turísticos, con unos niveles asombrosos de organización. A nivel aventura y trekking, Rumania fue una gran sorpresa. Muchos van por el Castillo de Drácula, pero hay mucho más que eso y tiene una gastronomía increíble", cuenta Oscar.
La experiencia menos feliz -o al menos la más compleja- fue la India; no por los lugares, sino por la dificultad para trabajar. “Hicimos el viaje de forma independiente y no logramos construir una confianza con la gente. Allá son muy frecuentes las estafas”, contaron.
Para financiar el viaje crearon la pequeña empresa Real Trip. Y todo el tiempo insisten con la idea de "viajeros reales", lejos del estereotipo de gente bella -y en general muy joven- visitando destinos exóticos, algo frecuente en las redes sociales.
"El chico de 20 años que viaja, toca la guitarra y pasa la gorra vive otra experiencia, que respetamos como cualquier otra. Pero lo nuestro fue distinto: nosotros viajamos mientras realizábamos un trabajo intenso. Queremos dejar un mensaje claro. No necesitás tener 100 mil seguidores en Instagram ni ser bello ni tener 20 años para dar la vuelta al mundo".
Claro que no todo es color de rosas en un viaje tan extenso, que contó con una primera gran etapa de tres años y dos meses; volvieron tres meses a la Argentina y, finalmente, hicieron otro viaje de cinco meses.
La convivencia es siete días a la semana y 24 horas por día. Si te peleás, no podés decir: 'Me voy a la casa de una amiga a tomar unos mates'. Estás en un país desconocido, sin contactos. Pero siempre fuimos detrás del sueño y el objetivo de dar la vuelta al mundo", señala Fabiana.
Y Oscar agrega: "Acordamos algo importante el primer día de viaje. El pacto era no abandonarnos jamás, aunque hubiera enojos e intercambios de opiniones. Si no queríamos seguir hablando por algún motivo, uno se quedaba en el hotel y el otro se iba".
Además, con tanto tiempo en el exterior, el pago se extraña, aunque Oscar y Fabiana tienen miradas diferentes.
"Yo no extraño -dice él- porque sé que en algún momento voy a volver. No tengo un gran apego por mi cama, la comida de casa y esas cosas. Aunque a veces el viaje desgasta, te cambia la cabeza estar en constante movimiento".
En mi caso -agrega Fabiana- extrañaba algunas comodidades, como lavar mis prendas en un lavarropas y no a mano en un hotel. Una vez, llegamos a un apart y me puse a barrer. Parecía algo loco, pero tenía ganas de limpiar como lo hago en mi casa".
Después de tres años de viaje, de extrañar esos quehaceres cotidianos, están de vuelta en casa. Tienen una empresa nómade. Y
la idea fija de volver a partir
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