El 21 de septiembre del año pasado los mendocinos nos enterábamos de dos desapariciones: la primera, una mujer de 29 años que había sido vista por última vez en La Barraca.
Se trataba de Janet Zapata, quien había quedado en juntarse con unas amigas luego de ir con su marido a comprar unas zapatillas para su hija (5 años).
Doce horas más tarde, cuando aún no se sabía nada de Janet, una vez más se informaba de otra mujer desaparecida: esta vez se trataba de una chica de 21 años de Maipú, Julieta González, quien había dicho a su madre que iba a una juntada con amigos.
Tan sólo unos días después se daría a conocer la peor noticia: ambas mujeres habían sido brutalmente asesinadas.
La primer semana de la primavera del 2016 quedaría marcada en sangre ya que al doble femicidio de Janet y Julieta se sumó, el 28 de septiembre, el de Ayelén Arroyo quien fue asesinada en Ugarteche por su propio padre.
Un día después del hallazgo de Janet, en ese septiembre negro del 2016, aparecía el cuerpo de Julieta González en la vieja ruta 7, en Cacheuta.
La joven de 21 años había sido asesinada a golpes. Su agresor fue el mismo hombre con quien salía desde unos meses atrás, Andrés Di Césare, hijo de un reconocido empresario de transporte.
Ayelén sufría abusos y fue asesinada por su padre: en medio de esa semana trágica, el 28 de septiembre del 2016 aparecía muerta Ayelén Arroyo, una joven de 19 años acuchillada por su padre, Roque Arroyo, a quien la joven había denunciado diez días antes.
La investigación descubrió luego que la chica temía que a su beba (de tan sólo un año) le ocurriera lo que ella sufrió toda la vida: los constantes abusos y violaciones de su padre.
Las causas de Janet y Ayelén están en el tramo final del proceso. Las fechas de debate son evaluadas en la cuarta cámara del crimen. En tanto habrá que esperar para que el pedido de la fiscal Ríos, por elevamiento de juicio en el caso de Julieta, sea concedido
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