La polémica y repercusiones por el cierre del seminario de San Rafael Santa María Madre de Dios, siguen, con opiniones a favor y en contra. En este caso, la Conferencia Episcopal Argentina apoyó la decisión del obispo Eduardo María Taussig, quien resolvió el cierre del centro de formación a fin de año, luego de la protesta desde el establecimiento del sur de Mendoza en contra de dar la comunión únicamente en la mano, tal como se estableció en un protocolo por el coronavirus.
En un comunicado de prensa, la Conferencia Episcopal "acompaña la decisión del Monseñor Taussig, obediente y respetuosa de la comunión con la Iglesia universal y el bien común eclesial".
Además indicaron que se demanda en las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia "una clara conciencia de las expectativas actuales de la Iglesia: que adhieran fielmente a las exigencias indicadas por el Plan de Formación Sacerdotal, en un clima de lealtad con el pastor de la diócesis y una cuidada responsabilidad de los jóvenes a su cargo".
En este sentido, se pusieron abiertos a colaborar con Taussig “en lo que pueda necesitar acerca del discernimiento eclesial y cuidado de las vocaciones a su cargo”.
"A María, Madre de Dios, nuestra Señora de Luján, encomendamos la vida y la vocación de los jóvenes argentinos, especialmente de quienes integran la comunidad educativa del Seminario de San Rafael, a quienes abrazamos con paternal afecto", finalizaron.
El origen
Los problemas internos en la diócesis se profundizaron con la implementación del protocolo sanitario que se impuso para que retornaran las celebraciones litúrgicas en la provincia en medio del aislamiento social por el coronavirus.
El Monseñor Taussig junto al arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, aprobaron que como medida precautoria se administrara la comunión solamente en la mano.
Esta decisión generó reacciones en la comunidad Católica en el Sur. Por un lado los fieles solicitaron airadamente la libertad de recibir la comunión en la boca según lo establece la Iglesia. Hubo manifestaciones públicas pidiendo revertir la medida e incluso hay quienes pusieron de ejemplo al recientemente asumido obispo de San Luis, Gabriel Barba, quien en su primera misa suministró la comunión en la boca pero desinfectando sus dedos introduciéndolos en un recipiente con alcohol antes de darla a cada fiel. En el clero también hubo resistencia a aplicar esa determinación a rajatabla sin tener presente otras opciones.
El comunicado completo
En estos días se ha conocido la noticia del cierre del Seminario de San Rafael, dispuesto por el Obispo diocesano Mons. Eduardo María Taussig, en cumplimiento de precisas directivas de la Congregación para el Clero.
Como Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina y, recogiendo el sentir del episcopado, acompañamos la decisión de Mons. Taussig, obediente y respetuosa de la comunión con la Iglesia universal y el bien común eclesial.
En la formación sacerdotal, el Obispo debe poder contar con la ayuda de sacerdotes animados evangélicamente, que acojan en su totalidad y sin reservas las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, principalmente las contenidas en el Concilio Vaticano II.
Eso demanda una clara conciencia de las expectativas actuales de la Iglesia: que adhieran fielmente a las exigencias indicadas por el Plan de Formación Sacerdotal (Ratio fundamentalis), en un clima de lealtad con el pastor de la diócesis y una cuidada responsabilidad de los jóvenes a su cargo.
Nos unimos a los sentimientos del Obispo, al presbiterio que adhiere de corazón a su pastor y al santo Pueblo de Dios que peregrina en la pródiga tierra sanrafaelina. Este momento de dolor queremos vivirlo a la luz de la fe, esperanzados en los caminos que nos propone el Señor, abiertos a colaborar con Mons. Taussig en lo que pueda necesitar acerca del discernimiento eclesial y cuidado de las vocaciones a su cargo.
A María, Madre de Dios, nuestra Señora de Luján, encomendamos la vida y la vocación de los jóvenes argentinos, especialmente de quienes integran la comunidad educativa del Seminario de San Rafael, a quienes abrazamos con paternal afecto.
En Jesús, Buen Pastor.