El Hornocal se convirtió en el ícono turístico de la provincia en el último año. Fue escenario de películas, campañas publicitarias, recibió importantes visitas, fue receptor de miles de fotografías, videos, post en redes sociales y hasta de la caída de un errante rayo que provocó heridas en ocho turistas que visitaban este imponente espacio natural.
Después de recibir la merecida atención médica y de un breve seguimiento de la situación de los turistas, poco se supo de ellos hasta que llegó a la redacción de Vía Jujuy, una carta de una de las parejas víctimas del rayo del Hornocal.
Bernardo y Andrea decidieron elegir Jujuy para sus vacaciones y desde Buenos Aires arribaron a nuestra provincia para vivir toda la experiencia que le comentaron amigos y que leyeron en Internet.
La carta completa
Hasta luego, Jujuy
Llegamos a Tilcara el 17 de diciembre, con muchas esperanzas de conocer todos los puntos de los cuales tanto habíamos leído en internet. Pero el 18 de diciembre, todo cambió. Ya no estábamos emocionados por ver el paisaje, ni el Cerro de los siete colores ni por tomarnos fotos frente a las Serranías de Hornocal.
No, ahora yo luchaba contra el frío, mi cuerpo temblaba, y vomitaba sin parar. Además, no escuchaba nada y me corría sangre del oído derecho. Perdí mis anteojos; lo único que podía ver era la cara de los paramédicos mientras me trataban de calmar. Mi esposa, en un estado mayor de consciencia, también estaba asustada y para peores, se recuerda de la mayoría de los detalles. Para mí, todo es un poco borroso.
Nosotros somos los del rayo.
Desde que recuperé la conciencia en la ambulancia, hasta que llegamos al hospital Pablo Soria, pasando por el hospital de Humahuaca, tuve mucho miedo de morir. Mucho, lo admito. Inclusive, creo que se lo pregunté a los paramédicos varias veces, mientras me disculpaba por ensuciar la ambulancia.
Pero el personal de ambos hospitales, las ambulancias, y aquellos quienes nos socorrieron en el sitio, se aseguraron de que Andrea y yo viviéramos.
Y así fue. Las 10 noches que estuvimos internados entre la Unidad de Terapia Intensiva, y la Unidad de Quemados, se construyó una red de profesionales que se convirtió en nuestro pilar médico.
Desde el personal de limpieza e higiene, hasta los especialistas, todos hicieron un esfuerzo para que nuestros cuerpos y mentes fueran mejorando.
Es que hay algo en las personas que trabajan con vocación, y no sólo eso, sino que con la determinación de hacerle ver a uno que todo eventualmente saldrá bien. Hoy, Andrea y yo, estamos vivos gracias a todas estas personas.
Escribo, entonces, esta carta a Jujuy. Es un mensaje de despedida, de un viaje que no terminó cómo quisiéramos. Pero puedo decir con total certeza que pudo haber terminado peor.
Es una despedida a muchos. A la Posada Don Juan, al hospital de Humahuaca, al hospital Pablo Soria, al personal del SAME, a quienes nos asistieron en el sitio del accidente, dos de los cuales nunca supimos el nombre, a Francisco del remis, a los que fueron hasta nuestra habitación a recoger todo y traérnoslo al hospital, a los especialistas en quemaduras, otorrinolaringología, cirugía plástica y terapia intensiva, a los servicios de camillas y sillas de ruedas por llevarnos de lado a lado, a nutrición, a los camilleros y limpieza, al personal de enfermería, a Flor, Benjamín, Camila, Sebastián, al personal del Hotel Howard Johnson y a toda la gente de Jujuy quien nos recibió con una sonrisa y un beso en la mejilla.
Es por ustedes que estamos aquí. Espero que nos veamos pronto.
Gracias y feliz 2019, Bernardo y Andrea.
Pd.: Seguramente no mencioné a alguien. Les pido que me escriban a @bmontes17 en Facebook, Instagram y Twitter para agradecerles personalmente.