Lo que parecía una saludable tendencia decreciente en el consumo de productos de pirotecnia sonora en esta capital en las últimas temporadas, parece haberse revertido este año, ya que las explosiones de los fuegos artificiales atronaron en las calles de San Salvador de Jujuy la pasada Nochebuena, dejando secuelas de diferentes magnitudes en personas y animales.
Por esas horas, la Navidad encontró a la mayoría de las familias jujeñas predispuestas para el festejo, pero muchos fueron los que desoyeron el pedido de las familias de personas con trastorno del espectro autista (TEA) y patologías cardíacas, y de las entidades proteccionistas de los animales, que venían apelando a la conciencia de la comunidad para eliminar el uso de pirotecnia sonora de altos decibeles.
Los efectos negativos de esas explosiones llegan a provocar convulsiones en los pacientes TEA, y aunque no se conoce reportes de la salud pública provincial sobre eventuales atenciones que pudiese haberse registrado en esta ocasión, se sabe de los recaudos que han debido tomar las familias, como por ejemplo señalizar de alguna manera los hogares en los que viven personas que pudieran verse afectadas por las detonaciones, para que los vecinos evitasen festejar con ese tipo de productos.
En cambio, las redes sociales y los medios de comunicación fueron la caja de resonancia del lamento y la tristeza de propietarios de mascotas que hicieron públicos numerosos casos de perros que huyeron aterrados de las explosiones y continúan perdidos, y de canes que no pudieron soportar los descomunales estruendos y murieron en el transcurso de la madrugada.
Es, por ejemplo, el caso de Blue, una mascota que protagonizó una campaña doméstica ideada por su familia, que la fotografió días pasados exhibiendo un letrero que rezaba "Tu diversión me asusta", imagen que fue publicada en las redes sociales para concientizar a la comunidad sobre el impacto de la pirotecnia sonora en la fauna urbana.
Lamentablemente Blue terminó siendo víctima fatal de la prolongada ráfaga de estruendos, ya que murió por el colapso que le produjeron la incontrolable desesperación y miedo padecidos, estrés que su corazón no pudo soportar.
La familia de Blue vive en el sector denominado Barrio Obrero, en Chijra, donde los estallidos más fuertes se prolongaron por cerca de interminables treinta minutos.
A su vez, la organización mascotera jujeña "Hogar San Roque" informó de la muerte esa noche, por las mismas razones, de dos de sus canes dados en adopción, lo que provocó un justificado dolor en la familia adoptiva.