Jorge Mario Bergoglio, conocido como el Papa Francisco, fue una de las figuras más influyentes del siglo XXI, no solo por su papel al frente de la Iglesia Católica, sino también por su marcada postura sobre temas sociales, económicos y políticos.
Sin embargo, su camino hacia el papado no estuvo exento de controversias, particularmente en lo que respecta a su rol durante la última dictadura militar en Argentina (1976-1983).

El Papa Francisco y la dictadura argentina
Las acusaciones sobre el papel de Bergoglio en esos años han sido un tema de debate durante décadas. Durante el gobierno de facto, miles de personas fueron desaparecidas, perseguidas y torturadas. La Iglesia, al igual que otros sectores de la sociedad argentina, se dividió sobre cómo reaccionar ante las atrocidades cometidas por la junta militar.
En este contexto, durante mucho tiempo se cuestionó la postura de Bergoglio, quien en ese entonces era Provincial de la Compañía de Jesús, el cargo más alto dentro de la orden jesuita en Argentina.
Una de las acusaciones más graves contra Bergoglio es que habría tenido un vínculo con los represores de la dictadura. La acusación central sostiene que Bergoglio no habría hecho lo suficiente para proteger a aquellos sacerdotes y laicos que eran perseguidos por su activismo político y sus denuncias contra el régimen. Uno de los casos más emblemáticos es el de los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes fueron secuestrados y torturados en 1976, acusados de colaborar con grupos guerrilleros. Ambos habían estado involucrados en proyectos sociales en barrios populares y en la denuncia de las violaciones de derechos humanos perpetradas por la dictadura.

Se ha argumentado que Bergoglio, quien ya era Provincial en ese momento, no solo no protegió a Yorio y Jalics, sino que incluso habría colaborado con las autoridades militares para su detención. En su defensa, Bergoglio ha sostenido que no tuvo conocimiento de las circunstancias exactas que llevaron a la detención de los sacerdotes, y que, de haber sabido, habría actuado para protegerlos. Sin embargo, sus detractores argumentan que su cercanía a sectores militares de la Iglesia y la falta de condena pública a la dictadura podrían haber permitido la continuidad de las represalias.
Otra crítica recurrente es el silencio de Bergoglio y la jerarquía de la Iglesia durante los años más oscuros de la dictadura. Si bien algunos miembros de la Iglesia, como el obispo Enrique Angelelli y el cardenal Raúl Primatesta, se opusieron abiertamente a las violaciones de derechos humanos, Bergoglio, al igual que muchos otros, mantuvo un perfil bajo y, según algunos informes, se mostró dispuesto a colaborar con el régimen militar en diversos aspectos. La falta de un pronunciamiento contundente de Bergoglio sobre las desapariciones forzadas y la represión estatal es uno de los puntos más discutidos en torno a su figura durante esos años.
Qué dijo el Papa Francisco sobre su rol en la dictadura
Al asumir el papado en 2013, Francisco se encontró en medio de una revisión histórica de su actuación en el pasado. Los testimonios en su contra no cesaron, pero Bergoglio, ahora Papa, trató de diferenciarse de su rol durante la dictadura. En sus declaraciones públicas, reconoció los errores cometidos por la Iglesia durante ese período, así como las omisiones que marcaron la actitud de muchos sacerdotes y líderes eclesiásticos ante las atrocidades.
En cuanto a su propio comportamiento, Francisco ha insistido en que, como Provincial, su principal preocupación era proteger a la Compañía de Jesús y a los sacerdotes, pero también ha afirmado que no se puede negar que la Iglesia en su conjunto no estuvo lo suficientemente comprometida con la defensa de los derechos humanos en ese período. Además, hizo un llamado a la memoria histórica y ha expresado sus condolencias por las víctimas de la dictadura.

Un poco de toda esta situación se puede ver en la película “Los dos Papas” de 2019, donde se cuenta la relación entre los papas Benedicto XVI y Francisco.