Durante enero y febrero, Gualeguaychú vuelve a ser esa ciudad que late al ritmo del tambor. Lo que comenzó como un festejo barrial en el siglo XIX —con corsos populares, máscaras sueltas y murgas improvisadas— hoy es el Carnaval del País, declarado Fiesta Nacional y considerado uno de los mayores espectáculos a cielo abierto de la Argentina.
El origen más antiguo documentado se remonta a 1840, cuando los vecinos celebraban en las calles con carrozas artesanales. Aquel espíritu popular dio vida al histórico Corso Popular “Matecito”, semilla directa del carnaval moderno.

En 1880, la Municipalidad organizó por primera vez un carnaval oficial, y desde entonces la celebración no dejó de crecer, reinventándose incluso en tiempos difíciles.
Una evolución que hizo historia
La tradición siguió su curso pese a la desaparición de comparsas entre 1915 y 1960, cuando las murgas tomaron las calles con estilo picaresco. En los años 70, aun en pleno contexto de restricciones, los vecinos sostuvieron la fiesta desde la resistencia cultural.
El gran giro llegó en 1977, con el nacimiento del “Carnaval de la Avenida”, un formato que impulsó el desarrollo artístico de las comparsas. Luego, en los años 80, se consolidó la separación entre el carnaval popular y el creciente Carnaval del País, que tomó identidad propia.

Con el paso del tiempo, aquellas celebraciones callejeras dieron lugar a dos vertientes que hoy conviven en los meses de verano: el histórico corso popular “Matecito” y el Carnaval del País. Dos fiestas multitudinarias que siguen plasmando su saber en la Universidad, en exposiciones y en la memoria viva que resguarda el Museo del Carnaval.
A partir de 1997, la inauguración del Corsódromo José Luis Gestro marcó un antes y un después: un predio diseñado especialmente para el espectáculo, con 500 metros de pasarela y capacidad para más de 25.000 espectadores sentados cada noche, Gualeguaychú se convierte en la elegida por el mayor show a cielo abierto del país.

Los clubes y sus comparsas
El Carnaval del País se estructura en torno a cinco comparsas emblemáticas: Marí Marí, Papelitos, O’Bahía, Kamarr y Ará Yeví. Cada una representa a un club local y despliega un universo creativo donde participan cientos de vecinos transformados en artistas.
Cada comparsa presenta:
- Entre 250 y 270 integrantes en escena.
- Más de 50.000 a 70.000 plumas en trajes y tocados.
- Tres carrozas monumentales, sumadas a carrozas menores y destaques.
- Batucada y banda en vivo con música original.
- Meses enteros de trabajo en talleres de costura, herrería, diseño, arte y coreografía.
Los trajes pueden incluir medio millón de lentejuelas, estructuras metálicas gigantes y piezas que se elaboran a lo largo de casi todo el año. El resultado: un espectáculo teatral y visual único en el país.

Para la edición 2025 se anunciaron 11 noches de desfile, con cuatro comparsas en competencia. El cronograma quedó conformado de la siguiente manera:
Enero: sábados 3, 10, 17, 24 y 31. Febrero: sábados 7, 14, 21 y 28, más las dos jornadas del fin de semana largo de Carnaval, el 15 y 16 de febrero.
Recordemos que cada año, la quinta comparsa queda afuera en la siguiente edición, lo que garantiza una renovación constante de propuestas, ideas y puestas en escena.
Por otro lado, un jurado especializado evalúa cada noche, música, vestuario, carrozas y coreografía, mientras las tribunas se colman de miles de visitantes del país, del exterior y porque no los fanáticos de cada clubes sociales: los creadores de cada comparsa.

La Fiesta Nacional del Carnaval del País es una usina creativa y laboral que moviliza a cientos de personas en los talleres de los clubes, donde se aprenden oficios como danza, percusión, diseño y construcción de carrozas.
Al espectáculo de plumas y caireles, cada verano llegan más de 180.000 visitantes, colmando hoteles, restaurantes y tribunas, y transformando a la ciudad en un epicentro cultural y turístico que vibra como si cada noche fuera la primera.
A pesar de su proyección internacional, la fiesta mantiene vivo su origen popular: los corsos barriales, las murgas y el ritual del “Matecito” siguen marcando el pulso comunitario de una Gualeguaychú que no solo ofrece un espectáculo, sino una identidad construida a partir de creatividad, trabajo colectivo y una tradición que creció hasta convertirse en uno de los carnavales más importantes del mundo.
¿Querés saber más sobre esta expresión popular? Ingresá a www.carnavaldelpais.com.ar o visitá el Museo del Carnaval, emplazado en el corsódromo: instagram.com/museodelcarnavalgchu.































