La historia de la familia Fermanelli en el rubro de las golosinas se remonta a 1964, cuando José Carlos “Kuki” Fermanelli comenzó elaborando artesanalmente “caramelo líquido”. Con el tiempo, su emprendimiento, Golosinas Plin, se convirtió en una marca reconocida por productos clásicos como juguitos para congelar, “mielcitas”, “gallinitas” y chupetines.
Pasó de generación en generación hasta involucrar a sus hijos y nietos. En la actualidad, tres generaciones trabajan en la empresa ubicada en barrio Alem de la Capital, donde expanden su negocio. Por eso, Vía Córdoba visitó sus instalaciones para conocer más a fondo la historia detrás de estos tradicionales dulces.
La historia de los “juguitos congelados” en Córdoba
La jornada productiva comienza temprano. Para la elaboración de la famosa “mielcita” (caramelo líquido), se inicia con la cocción de un jarabe a base de glucosa en grandes ollas. Una vez alcanzado el punto justo, se le añaden colorantes y esencias. Esta mezcla caliente luego se traslada a otra máquina donde se forman las tiras características, la “tripa” del producto, que luego será cortada y envasada en diferentes tamaños y presentaciones.
El proceso para los juguitos para congelar también es meticuloso. El agua utilizada pasa por un sistema de triple filtrado y un tanque con luz ultravioleta para asegurar su pureza. En grandes tanques de acero inoxidable, el agua se mezcla con azúcar, esencias, colorantes y conservantes.

Una innovación importante es la nueva formulación, que logra una textura cremosa al congelarse, a diferencia del hielo tradicional. Un aspecto fundamental es el envasado en doble funda, cumpliendo con las regulaciones para proteger el producto de la manipulación externa. Este proceso se realiza en máquinas automáticas que forman y sellan los sachets a una velocidad de aproximadamente 20 golpes por minuto, con dos sachets por golpe. Es relevante mencionar que Plin es la única fábrica de Córdoba con autorización para elaborar “juguitos”.
La historia de Plin puede ser un ejemplo de cómo una empresa familiar supo evolucionar a lo largo de los años, manteniendo sus raíces artesanales pero abrazando las nuevas tendencias y las necesidades de un público cada vez más exigente. Con la mirada puesta en el futuro y el legado de tres generaciones, la familia Fermanelli continúa endulzando la vida de grandes y chicos.