La historia de la Hermana Theresa Varela es una de esas que parecen sacadas de una película. Nacida en Cabo Verde el 30 de octubre de 1939, supo desde joven que su camino era la vida religiosa. A los 19 años, su decisión de convertirse en monja de clausura desató una fuerte oposición familiar. Sin embargo, llegó a Córdoba y hoy lidera la Fundación Misión Esperanza.
LA MONJA QUE DEJÓ TODO PARA LUCHAR CONTRA LA POBREZA
Ante su decisión de ser monja, contó a TN que su padre enfureció, su hermano y primo llegaron a romperle el pasaporte, mientras su madre y tía lloraban. A pesar de esto, y tras esperar seis meses, partió contra la voluntad de su familia, dejando atrás incluso a un novio con quien alguna vez soñó formar una familia.
Su vocación la llevó por un largo periplo internacional, pasando por Portugal, Roma, Estados Unidos, Colombia, Brasil y finalmente Argentina. Durante estos años, se formó, terminó el secundario y estudió teología, pero sentía que aún no había encontrado su verdadera misión.
Dos experiencias impactantes en un barrio pobre de Brasil, viendo la violencia hacia un niño y la desesperación de una niña por leche, la conmovieron profundamente y la impulsaron a prometerse “hacer algo por los niños pobres”.
DE ÁFRICA A CÓRDOBA: LA HISTORIA DE LA MONJA THERESA
Tras obtener permiso del Vaticano en 1995, llegó a la Argentina. Primero estuvo en Oncativo, una etapa que le resultó difícil y donde continuó buscando su propósito: consagrarse a los pobres. Más tarde, un encuentro con Monseñor Colomé la trasladó a San Marcos Sierras.
Tenía 56 años cuando llegó en 1997 a una región afectada por la desocupación tras el cierre de los galpones del Ferrocarril en 1978. Su primer hogar fue un rancho humilde, y aunque en su congregación “pensaron que volvería” al no poder valerse sola, ella comenzó a visitar vecinos y armó el primer comedor en barrio Los Sauces.
Ese fue el inicio de la Fundación Misión Esperanza, un proyecto que hoy asiste a unas 600 personas y se enfoca en salud, alimentación y educación. La sede, llamada Aldea Esperanza en San Marcos Sierras, funciona como un “cuartel central” en cuatro hectáreas.

Allí opera una escuela secundaria para jóvenes de 14 a 17 años (Programa P.I.T.) con 36 alumnos, se dictan talleres de oficios y enfermería, y hay una residencia para estudiantes y médicos voluntarios. La fundación también despliega un camión sanitario para llevar atención médica gratuita (pediatría, odontología, clínica, enfermería) al norte cordobés, La Rioja y Santiago del Estero. Además, gestiona comedores en diversos barrios de Cruz del Eje y zonas rurales.
Próxima a cumplir 87 años, la Hermana Theresa afirmó no tener “asuntos pendientes”, salvo el deseo de volver una vez más a Cabo Verde para visitar a su hermana menor, su única familiar directa que queda vida. Recordó las palabras de su madre al despedirse: “Hija, aprende desde ya a contornear los obstáculos. Cuanto más amor y más fidelidad tengas a tu compromiso, más obstáculos vas a encontrar”.