El sueño de Edgardo era el de tantos y tantos fierreros cordobeses: llegar a correr en rally. En la tierra que es cuna de la espectacular disciplina del automovilismo deportivo, no es para menos. A los 50 años y habiéndolo anhelado desde los 11, cuando lo llevaron a ver el primer Rally Mundial que se corrió en Córdoba (1984), el “Turco”, como le dicen sus amigos, está listo para debutar este fin de semana en Bell Ville, por el Provincial de la especialidad.
“Lo soñé toda la vida, desde muy chico. Y, como seguramente le pasó a mucha gente, no tenía la plata para hacerlo. Hoy, siento que cumplo un sueño”, dice Edgardo, contador de profesión y fanático de Belgrano; no por nada, anuncia que para las próximas carreras, con un poco más de tiempo, su auto será bautizado “Pirata” y, lógicamente, lucirá celeste; como el nombre de su hija menor, quien hizo junto con él el curso de navegante organizado por Heriberto Ortiz y espera acompañar a su papá en la butaca derecha en un futuro próximo.
Hace unos años, Edgardo pasó varios días internado por un problema de salud. Durante esas difíciles horas, se prometió a sí mismo que haría todo lo posible por cumplir su sueño de correr, cuando se pusiera bien. “Pensaba que me había casado, que ya tenía una hermosa familia, por la que siempre me sacrifiqué y lo seguiré haciendo. Me pregunté qué no había hecho aún en la vida que quisiera mucho. Y eso era correr en auto, en rally”.
El sueño del pibe
Zeheiri fue a las Escuelas Pías, en barrio General Paz. Sus hijas (Micaela es la mayor), también. Cuando estaba en sexto grado, en 1984, el Campeonato Mundial de Rally (WRC) llegó a la provincia de Córdoba. Con su familia, fueron a ver la carrera, que ganó Stig Blomqvist. Y el paso fulgurante del Audi Quattro del piloto sueco lo marcó. Eso hizo que la marca de los cinco anillos le provocara fascinación; aunque para todos los días, hoy el auto que elige es el Toyota Corolla.
Durante el secundario, no se perdía rally al que pudiera ir, así como tampoco carreras de TC2000, en el Cabalén, o de Turismo Carretera, en Río Cuarto. Un día, yendo a lo de su abuela Amanda, vio en una esquina que vendían un karting de carrera. “Hice todo lo posible por comprarlo. Pinté casas y demás. Pero fue imposible”, rememora. Y claro... Era la época de la hiperinflación.
A los 15 años, se tomó el colectivo y fue hasta el entonces Estadio Córdoba para ver consagrarse a Jorge Recalde como ganador absoluto del Rally de Argentina 1988. Horas atrás y en Candonga, lo había visto al minaclaverense llevar el Lancia Delta Integrale rumbo a la victoria. Pero para Edgardo, fue más relevante aún el espectacular manejo y la entrega de Gabriel Raies al público. “¡Era increíble verlo doblar a fondo, saludando a la gente con su brazo izquierdo en alto!”, recuerda.
El pasado miércoles, durante el Día del amigo y cuando estaba preparando todo para el Rally del Sudeste cordobés, Zeheiri recibió como regalo un audio de WhatsApp. Lo saludaba nada menos que el mismísimo Raies...
Un amigo en común le contó la historia al múltiple campeón, quien, enseguida, le quiso brindar unas palabras. “Hola Edgardo; soy Gabriel Raies. Veo que ya tenés tu auto, que cumplís tu sueño y te felicito. A cualquier edad, darse un gusto está bueno. Que te vaya muy bien en esta primera carrera. Contá conmigo para lo que necesites, para compartir una prueba, para darte algún consejo. Andá de menos a más. Y acordate siempre de esto: el buen corredor sabe pisar muy bien el acelerador, pero mejor el freno. Abrazo, querido amigo, que la pases muy muy bien y que sea un éxito tu debut”.
Profundamente emocionado, Edgardo no podía creerlo. Al día siguiente y después de pensar y pensar en qué responderle, le grabó al ídolo: “Querido Gabriel, soy Edgardo Zeheiri. Quería agradecerte mucho por el tiempo que te tomaste para tan significativas palabras, por tus sabios consejos y por tus augurios. A la vez, quiero contarte que tomo conciencia de la huella que dejaste en la gente. Es que, como te imaginarás, feliz, reenvié tu audio a mi viejo, a mis amigos, a tantas personas que aprecio. Y todos me respondieron denotando no solo lo que te admiran, sino, y sobre todo, el cariño que te tienen. Gracias de corazón y espero verte pronto, para poder darte un abrazo”.