La Selección y otra mueca de desencanto

Perdió en su debut en Copa América ante Colombia, candidata. El resultado, exagerado. Pero Messi y compañía no estuvieron a la altura.

El resultado es hasta injusto. Pero la Selección dejó demasiadas dudas, que ni Messi puede despejar.
El resultado es hasta injusto. Pero la Selección dejó demasiadas dudas, que ni Messi puede despejar.

Fallar en las dos áreas es perder, o una derrota casi segura. La Selección dejó pasar su momento sin acertar en el arco rival, y padeció dos contras fulminantes de Colombia, que mostró credenciales de candidata en esta Copa América Brasil 2019.

La derrota quizá sea inmerecida, porque Argentina mejoró en la segunda parte. Y el resultado es obviamente generoso para una Colombia que atacó dos veces en el complemento y la mandó a la red en ambas.

La efectividad 100 por 100 de los colombianos en esos 45 minutos se apoya además en la fragilidad defensiva de la Selección, y que se hizo palpable en el sector custodiado por Renzo Saravia, condicionado por la amarilla. Los dos goles vinieron por su costado.

En realidad, el equipo de Scaloni nunca ofreció garantías en su línea defensiva, y Cuadrado hizo un zurco cada vez que encaró a Tagliafico. Más el sofocón por una pésima salida de Armani con los pies, tentando al diablo como lo hizo Caballero ante Croacia en el Mundial.

La única virtud de esta Selección fue su reacción en el segundo tiempo, cuando le arrebató a la atilidada Colombia el control del partido. El ingreso de De Paul le dio otra agresividad, en lugar del apático Di María. 

Messi se enchufó, más participativo y rondando el gol, con un cabezazo que se fue junto al palo cuando Ospina la dejó viva en el punto penal, tras el intento de Otamendi.

Esa superioridad Albiceleste, construída ladrillo a ladrillo, se derrumbó con una contra letal que se coronó con el golazo de Roger Martínez.

Y Argentina volvió a ser la de la mandíbula de cristal. Impotente, sin reservas anímicas ni futbolísticas para absorver el golpe. Tan sumisa y mansa que era casi imposible pensar en un acto de rebeldía. 

Ahí es donde debería aparecer Messi como el distinto. Sin embargo, el plan de quedar en sus manos claramente no es suficiente.

Además, la torpeza de Scaloni de incluir a Matías Suárez, quien sin dudas debía ingresar, pero por el Kun Agüero en un cambio incomprensible. Sacar al 9 cuando el equipo estaba perdiendo, un desconcepto. 

El segundo de Colombia, acción colectiva a la que le puso el moño Zapata, encontró a la Selección por el piso.

Otra decepcionante actuación de Argentina. Otra vez contra la pared. Y la certeza de que contar con el mejor futbolista del mundo a nivel clubes, no basta para ser una expresión futbolística convincente. Mucho menos, una potencia.