La vida en cuarentena en Catamarca

Silvia, contó a Vía Catamarca como junto a su hija se adaptaron al aislamiento en épocas de coronavirus.

Silvia junto a su hija en cuarentena.
Silvia junto a su hija en cuarentena.

Catamarca es una de las tres provincias que continúan sin casos de coronavirus. La provincia adoptó una serie de medidas incluso ante de que sean tomadas a nivel nacional. Actualmente, se preparan para poder responder a cualquier escenario posible.

De este modo, los catamarqueños debieron adaptar su vida a esta contingencia inédita que se está viviendo en el país y en el mundo. Silvia, dialogó con Vía Catamarca y nos contó como es vivir en aislamiento obligatorio.

"Estamos en casa desde el minuto uno en que el presidente dictó el Aislamiento Social Obligatorio y nos instó a quedarnos en casa", comentó Silvia quien vive con su hija de 16 años en la capital provincial. "Ella no salió ningún día ni a la vereda en todo este tiempo", agregó.

Silvia es docente, por eso pese a que la actividad en las aulas está suspendida, debe seguir cumpliendo con sus obligaciones con los alumnos. "En mi caso si tuve que salir a partir del día 23 de marzo a trabajar, en la distribución de los módulos alimentarios y cartilla de actividades del programa de Continuidad pedagógica para las salitas de 4 y 5, soy Directora de un Jardín de Infantes estatal y por lo tanto debo garantizar la cuota diaria en alimentos de primera necesidad a nuestros niños", explicó.

Con relación a sus gastos, comenta que en cuarentena es mayor. "En mi caso estoy gastando mucho más debido a que no tengo vehículo particular y al restringir unidades y horarios de colectivos, debo manejarme en remis para cumplir con el horario del trabajo, como así también usamos muy a menudo el servicio de cadeteria y delivery debido a que en el barrio sólo hay un almacén cerca, pero no tengo verdulerías ni carnicería o algo que puedes necesitar de otro rubro, sumado por supuesto al sobreprecio en toda la mercadería en estos tiempos donde la viveza argentina se pone de manifiesto como nunca antes".

Silvia junto a su hija en cuarentena.
Silvia junto a su hija en cuarentena.

"Y obviamente que debo resaltar el hecho de que mi hija en esta cuarentena come como 8 veces al día y continúa haciéndolo en la madrugada, y esto demanda gasto y mucho", relata entre risas.

La educación es algo habitual en su casa y al tener una hija adolescente, no son demasiados los problemas que esto genera. "En lo que se refiere a la educación de mi hija, no tengo ningún tipo de inconveniente, ya que por su edad y su excelente manejo de la tecnología, realiza sus tareas en la plataforma educativa de su colegio con total normalidad. Sólo recurre a mí cuando no entiende alguna consigna o para que le resuma un texto, pero por lo general estudia sola".

Las mayores modificaciones las notan en sus hábitos: "Nuestros hábitos alimenticios cambiaron en gran medida para ambas, pero para mal obvio no, para bien, ya que se consume el triple de lo que solíamos hacerlo en tiempos normales. Mi hija cambio el sueño ya que se duerme a la madrugada recién y se levanta cerca de las 15 horas".

Sin embargo no todo es malo en cuarentena, madre e hija pudieron encontrar el tiempo para compartir momentos que en la rapidez y obligaciones de la vida cotidiana son difíciles de encontrar. "En esta cuarentena las cosas que hacemos juntas y antes prácticamente nunca son largos momentos de diversión con esos vídeos tan cómicos que los jóvenes filman", detalla.

"Jugamos cartas, vemos pelis juntas, y luego tenemos también nuestros días o momentos en que cada una quiere aislarse de la otra y nos encerramos en nuestros cuartos. Algo que hacemos también es compartir el almuerzo y merienda debido a que en días normales yo hago horario corrido y sólo podemos cenar juntas. También nos dispusimos a ordenar cada rincón de la casa y descartar todo cuanto ya no necesitamos, clasificando así lo que vamos a donar y lo que se tirará a la basura", comenta la docente.

Ante las situaciones que le desagradan de la cuarentena, se divide entre el extrañar a sus seres queridos y la impotencia ante la falta de concientización sobre la problemática por parte de algunos sectores sociales.

"Lo que menos soporto es no poder reunirme con mis amigas, no poder ver a mi nieta y no poder visitar a mi madre en el interior. Tampoco me banco la desobediencia de mucha gente adulta que pone en riesgo a quienes cumplimos al pié de la letra y valoramos la vida por sobre todas las cosas circulando como si nada pasara. Realmente como docente uno puede entender el por qué de los niños rebeldes, que no aceptan límite alguno, no respetan las normas etc. Con tan sólo observar la conducta de sus padres en esta cuarentena y verdaderamente me enoja mucho", concluyó.