“No estoy llorando, se me metieron esos pibes y pibas del IES en el ojo”, así culmina el relato de Silvana Casalis, una vecina de Villa Carlos Paz que fue testigo y participe de una situación que tuvo como protagonistas a un anciano y a un grupo de estudiantes del IESS.
“Hoy estacioné mi auto frente a una verdulería de calle Solís y un señor que se trasladaba a duras penas con dos bastones se cae pesadamente al suelo. Un grupo de 6 o 7 pibes y pibas del IES corrieron en su auxilio, mientras unos lo atendían en el suelo otras corrieron a buscar ayuda”, cuenta la mujer desde su cuenta de Facebook.
Sucedió que frente al accidente que sufrió este hombre, el grupo de adolescentes empatizó con lo que estaba ocurriendo y rápidamente se organizaron para ayudar. Silvana, quien observaba detenidamente lo que estaba pasando, no pudo evitar mostrar emoción por la actitud de compromiso y empatía, ya que según comentó algunos adultos que pasaban por el lugar de los hechos siguieron de largo.
Lo cierto, es que los alumnos del IES se ocuparon de llevar al anciano hasta la guardia de la clínica que está al lado de la escuela. “Lo pusieron de pie, se aseguraron que no estuviera mareado y pudiera dar pasos chiquitos y, entre todos, cual guardia de honor, unos adelante, otros atrás y a los costados para evitar cualquier otro accidente, despacito y con determinación partieron hacia la guardia”.
Vía Carlos Paz conversó con la directora del IESS, Viviana Posay, quién aseguró que a ella no le llamó la atención lo ocurrido. “Me llena de alegría, pero es el perfil de alumnos que buscamos formar. El IES tiene una tradición de muchísima sensibilidad social, una escuela en donde la diversidad y la inclusión son valores desde su fundación, hace 71 años. Me gusta que sean reconocidos nuestros alumnos por este tipo de acciones”, expresó la autoridad de la institución.
“A veces renegamos de los adolescentes (más seguido de lo que me gustaría), sin embargo, nunca voy a dejar de pensar que ellos son solo esperanza para nosotros”, sintetizó Casalis, la autora del relato en las redes. Y tiene razón. Las infancias y las juventudes son mucho más empáticas, solidarias y humanas de lo que pensamos, y mostramos.