Opinión: Votar en estado de vigilia, congoja y esperanza

Por Fabián Bosoer. (De La Razón)

Opinión: Votar en estado de vigilia, congoja y esperanza
DYN05, BUENOS AIRES, 21/10/2017, MUESTRAS DE SOLIDARIDAD Y APOYO A LA FAMILIA DE SANTIAGO MALDONADO EN LA PUERTA DE LA MORGUE JUDICIAL LUEGO DE QUE SERGIO MALDONADO CONFIRMARA QUE EL CUERPO HALLADO EN EL RIO CHUBUT ES EL DE SU HERMANO\u002E\nFOTO:DYN/PABLO AHARONIAN\u002E

La vida -y la muerte- de Santiago Maldonado, las imágenes de su rostro sonriente que recorrieron el país y el mundo reclamando por su paradero, y el cadáver hallado en el Río Chubut luego de 78 días de búsqueda, quedarán asociados de manera inseparable a las elecciones del domingo. Es la elección número 19 desde la recuperación de la democracia en 1983 y no es la primera vez que votamos en estado de vigilia y conmoción, no tanto por la incertidumbre sobre el propia acto electoral y su resultado, sino por el contexto social y el clima en el que se realizan estos comicios, afectado por acontecimientos inesperados.

Es como si una fuerza oculta y siniestra que nos viene de los sustratos de nuestra historia asomara amenazante y arrojara su zarpazo en el momento en que la sociedad se dispone a protagonizar su mayor acto cívico, el de elegir a sus representantes. Pero esos zarpazos no vienen de afuera ni son ajenos a lo que nuestros representantes y nuestra sociedad han hecho -hemos hecho- o dejado de hacer para que vivamos sin estos sobresaltos recurrentes. Y eso es lo que hace que la vida -y la muerte- de Santiago Maldonado se hayan transformado en un tema central de esta campaña, a partir de su desaparición el pasado 1° de agosto y hasta la aparición del cuerpo, a cuatro días de los comicios.

Queda en evidencia aquí la responsabilidad del Gobierno, y del ministerio de Seguridad en particular, por el modo en que se encaró el tema durante estas largas semanas, a la defensiva y sin darle la entidad que terminaría teniendo recién a partir de la repercusión social y el reclamo por su desaparición. También la responsabilidad de la oposición y el oficialismo, desde donde se lanzaron toda clase de acusaciones, a cual más disparatada, sin tener datos corroborados. Una campaña tibia, sin debates que salieran de lo previsible, en la que cada actor interpretó su libreto de cara a una elección que, después de las PASO, se presenta como una suerte de segunda vuelta, se vio condimentada por estos 79 días de pesquisas y presunciones, en los que estuvimos atentos a las especulaciones, ida y venidas, sobre lo ocurrido aquel día en aquella ruta perdida de la Patagonia.

Votaremos este domingo para elegir diputados y senadores, para darle nuestro respaldo al cambio que propone el Gobierno, o para manifestar nuestro desacuerdo con éste. Será un voto en el que quedarán expuestas diferentes visiones sobre el pasado y el presente, sobre la herencia que nos dejaron los doce años precedentes y las estrategias y medidas tomadas a partir del 2015 y los caminos que deberíamos recorrer para enfrentar los desafíos del futuro inmediato. También pesará en el voto de este domingo la evaluación que se hará de cómo marcha la economía, los ajustes y reformas necesarias y las perspectivas inmediatas de crecimiento.

Pero votar este domingo, será, además, una manera de refrendar nuestro compromiso con una democracia cuyos líderes y dirigentes no se distraigan de los verdaderos problemas y los afronten con responsabilidad, sensibilidad y eficiencia. Que no se queden inermes o atrapados en las consideraciones de corto plazo y cálculos mezquinos cuando debe dar cuenta de sus actos a la ciudadanía. Que no se desentiendan de su responsabilidad de cuidar las instituciones y el bien supremo de la vida humana y la dignidad de las personas.

Votar este domingo, lo hagamos por quien lo hagamos, tendrá un valor adicional. Será votar por un país menos expuesto a quedar atrapado por esa incertidumbre respecto del presente y el futuro que se dispara cuando resulta herido el cuerpo social por muertes incomprensibles o hechos de violencia. Votaremos por un país con menos impunidad y más justicia. Votaremos sin saber aún cómo murió Santiago Maldonado (como no sabemos aún cómo murió Alberto Nisman), pero con la voluntad de no olvidarmos de buscar esclarecimiento y reclamar la verdad. Será una manera, también, de honrar la vida de este joven cuyo trágico final agrega otra página dolorosa a nuestra historia nacional.