La carta pública con la que Cristina Kirchner consolidó el cimbronazo político en el Gobierno nacional y en el Frente de Todos se convirtió en el manual de procedimiento para tratar de revertir la dura derrota electoral en las primarias, la guía con la que el vapuleado presidente Alberto Fernández recuperó la iniciativa política y nuevamente se puso al frente de la campaña.
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Los primeros pasos fueron constituir un nuevo Gabinete, con lo posible y lo suficiente para pacificar; renovar el compromiso de los gobernadores para salir a cazar el voto de los peronistas desencantados, cuyo éxodo determinó el golpe en las urnas; y dejar de lado cualquier resistencia a elevar el gasto público.
La Vicepresidenta se encargó de dejar en claro en su misiva, que blanqueó las extremas diferencias con el presidente Fernández y con el rumbo económico, que las urgencias mandan y que deben atenderse antes de las elecciones legislativas del 14 de noviembre.
El viraje exigido comenzó a materializarse el viernes, primero con la renuncia indeclinable de uno de los señalados por Cristina Kirchner, Juan Pablo Biondi, y luego con la presentación del nuevo Gabinete, producto de salidas, incorporaciones y enroques que aggiornaron el equilibrio de representación política en la Casa Rosada.
La llegada de Juan Manzur a la Jefatura de Gabinete, la continuidad de Eduardo “Wado” De Pedro en el ministerio del Interior, y la permanencia de Santiago Cafiero, que irá a la Cancillería, son muestras del entendimiento entre el Presidente y la Vicepresidenta.
El resultado de noviembre demostrará si efectivamente es un “borrón y cuentas nuevas” porque, por ahora, muchos quedaron molestos como Felipe Solá que se enteró de su desplazamiento en pleno viaje a una cumbre en México o los sectores del feminismo que rechazan la incorporación de Manzur, un polémico referente provida que incluso fue denunciado por la ministra Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta.
Con la celeridad impuesta, Alberto Fernández volvió a ponerse al frente de la carrera y la primera escala fue la cumbre que el sábado encabezó con 14 gobernadores oficialistas, en la provincia de La Rioja. Lo acompañaron las nuevas figuras del Gabinete nacional y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, entre otros.
El Jefe de Estado se pronunció a través del comunicado que difundieron los voceros de Casa Rosada. “Mis candidatos son los candidatos de los gobernadores”, se limitó a señalar. Los detalles corrieron por parte de Manzur: “El Presidente ya fue claro con su autocrítica. Cada uno de los gobernadores aportó su visión en el marco de un país profundamente federal. Se habló de coordinar acciones para mejorar y revertir el resultado electoral”.
“Creo que están dadas las condiciones. Hay un desafío muy importante. Los veo a la totalidad de los gobernadores con esta vocación y esta entrega de servicio que no tengo dudas, se va a revertir esta situación”, dijo Manzur, el futuro jefe de ministros.
No es una tarea menor. El oficialismo perdió en 17 de las provincias que gobierna y no por una mejor performance de Juntos por el Cambio (que dio el batacazo incluso con menos votos que en las contiendas anteriores) sino por la sangría de votos.
“Hubo una evaluación, un análisis profundo de cuáles son los errores que hemos cometido. Un compromiso fortísimo de todos los gobernadores presentes, donde pudimos conversar, charlar, debatir, discutir y sacar una propuesta común, un compromiso de todas las provincias argentinas que conduce nuestro espacio para trabajar fuertemente para revertir esta situación”, dijo gobernador Ricardo Quintela, quien estuvo en la Casa Rosada en medio de la tensión interna.
Según informaron en la Casa Rosada, el compromiso asumido por todos fue el de “corregir rápido todo lo que haya que corregir”, tal como lo demandó Cristina Kirchner en su fulminante carta pública.
Además de Manzur y Quintela, los otros gobernadores presentes fueron Sergio Uñac (San Juan), Jorge Capitanich (Chaco), Raúl Jalil (Catamarca), Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Sergio Ziliotto (La Pampa), Gildo Insfrán (Formosa), Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Mariano Arcioni (Chubut). Y de manera virtual participaron Axel Kicillof (Buenos Aires), Alicia Kirchner (Santa Cruz), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Omar Perotti (Santa Fe) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego).
Mientras tanto se avanzó con otro de los caminos que marcó Cristina Kirchner, el de modificar el rumbo económico, cuya primera instancia tiene que ver con asistir a los sectores sociales más golpeados y a mejorar el poder adquisitivo.
Bajo esa premisa se produjo un acontecimiento no ajeno a la controversia: el viernes, antes de que se conocieran los nuevos nombres del Gabinete, el gobierno publicó el decreto 622, que dispone la incorporación al presupuesto 2021 de los U$S 4.334 millones que envió el FMI, en concepto de Derechos Especiales de Giro (DEG).
Los gobernadores coincidieron con esa lógica de trabajo. Según informaron en la Casa Rosada, los mandatarios oficialistas “coincidieron que esta elección se gana con más peronismo y con un shock de consumo para darle respuestas a los que menos tienen”.