Llegar tarde siempre a todos lados: Una costumbre de muchos argentinos

Algunos responsabilizan al tráfico. Otros mienten y dicen que están en camino cuando ni siquiera salieron de la cama. Qué les sucede a los impuntuales de siempre. 

La reunión comenzó sin vos.
La reunión comenzó sin vos.

Según una encuesta sólo una de cada diez personas se reconoce impuntual y para los expertos, no influye la tecnología sino las cuestiones culturales. Se trata de los impuntuales de siempre, esos que sostienen que llegar 15 minutos después de la hora pactada es normal.

La encuesta realizada por D'Alessio IROL a la que tuvo acceso Clarín, indica que casi la mitad de los 800 mayores de 18 años consultados, considera que debe pasar el máximo de tolerancia permitido, 15 minutos, para autorreconocerse como impuntual. Lo llamativo es que para el 10% de los consultados debe transcurrir media hora.

Los expertos aseguran que se trata de una cuestión cultural y sostienen que los latinos somos impuntuales por naturaleza. Todo lo contrario ocurre en ciertos países de Europa donde es inadmisible la impuntualidad. Llegar tarde es visto como algo egoísta. En Suecia, por ejemplo, "la puntualidad es de oro", mientras que en Argentina la tolerancia de espera es de al menos 15 minutos.

La impuntual: Una etiqueta que se lleva puesta.
La impuntual: Una etiqueta que se lleva puesta.

La cultura argentina no ayuda a cambiar estos malos hábitos. Las autoridades que deberían dar el ejemplo son las primeras en incumplir los horarios. De todos modos, es real que las personas mayores son más puntuales que los jóvenes porque así fueron educadas y en la actualidad esos códigos se fueron abandonando.

Para los psicólogos, entra en juego lo motivacional. Llegar a horario está íntimamente ligado con la motivación que a la persona le signifique aquello que va a hacer. Asimismo, la puntualidad es un acuerdo, y hay quienes frente a los acuerdos son más flexibles que otros. Sin embargo, hay también un tema de premios y castigos donde se valora la puntualidad, pero al no castigar al que llega tarde, continua haciéndolo.

Nada tiene que ver la tecnología que si bien nos permite avisar por mensajito de nuestra demora, también nos provee de aplicaciones que nos avisan de los compromisos que tenemos durante el día. Lejos quedó la etapa pre-tecnológica donde el mundo era más respetuoso y cumplía el protocolo del horario.