La influencer de la maternidad británica, Anna Whitehouse, se puso un vientre falso y registró con una cámara oculta la reacción de los pasajeros del subte de Londres cuando entra una embarazada al vagón.
El experimento surgió a partir de un estudio realizado entre 2.000 usuarios de transporte público, que fue encargado por una marca de cosmética en el marco de la campaña Expecting Change contra esta problemática. Los resultados, aunque parezcan increíbles, demostraron que uno de cada cuatro pasajeros no cede su asiento a una mujer embarazada.
Anna, parada con su enorme panza frente a los pasajeros, apenas podía comprender la reacción. "Desde mi propia experiencia, me parece que la gente está demasiado absorta en sus teléfonos para estar al tanto de su entorno, o no ofrecerá su asiento a menos que se lo indiquen", opinó Whitehouse sobre lo vivido.
Para la influencer "el embarazo no es una debilidad, pero es una vulnerabilidad". Y agregó: "lo sentí especialmente durante mi primer trimestre. Las condiciones de trabajo, calor y estrechez pueden ser increíblemente estresantes, tanto física como mentalmente, y el poder sentarse puede marcar la diferencia".
Esta historia de poca solidaridad se repite tantas veces y en tantos países diferentes que se inició una campaña para tratar de cambiar los malos hábitos. La propuesta representa la lucha contra la falta de solidaridad y, a través de este video que se volvió viral, se pone en evidencia el maltrato que sufren las embarazadas en el tren que viaja bajo tierra.